Chaparina: A un año de la represión
El sábado 24 de septiembre del año 2011, el canciller David Choquehuanca llegaba a San Miguel de Chaparina, en un nuevo intento del Gobierno para entablar el diálogo con los comunarios que participaban de la octava marcha indígena. Sin embargo, la tensión aumentó en el lugar cuando la autoridad negó a los indígenas que existía un bloqueo en Yucumo, lo que provocó que las mujeres marchistas obligaran a caminar al Canciller hasta el punto de bloqueo para corroborar lo contrario.
Los indígenas de Tierras Bajas nuevamente eran presa del calor, la falta de agua y alimentos en la región de Yucumo.
“Aunque sabíamos que venía otra vez el Canciller, ya estábamos muy molestas y cansadas, pues no teníamos agua ni alimentos. Los niños estaban cansados, algunos enfermos, lo único que queríamos era que nos dejen pasar. Cuando el Canciller nos dijo que no había bloqueo, nos enojamos, pero nunca lo maltratamos ni lo secuestramos”, manifestó la vicepresidenta de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (Cidob), Nelly Romero.
Choquehuanca intentó convencer a los marchistas que sólo había una vigilia en Yucumo y que el diálogo debía contar con los colonizadores. Fue cuando las mujeres indígenas pidieron a las autoridades ir hasta el punto del bloqueo para comprobar sus denuncias, la autoridad accedió y el grupo, conformado por comunarios de Tierras Bajas y efectivos policiales llegaron al lugar donde se encontraba el primer contingente policial.
Sin embargo, cuando trataron de avanzar hacia el puente San Lorenzo, la Policía se agrupó y chocaron con los marchistas produciendo algunos forcejeos. Los marchistas tomaron al Canciller y a los viceministros de Coordinación con los Movimientos Sociales, César Navarro y Coordinación Gubernamental, Wilfredo Chávez, aunque éste último huyó al advertir la tensión generada.
Las autoridades caminaron más de seis kilómetros desde Chaparina antes de llegar a Yucumo. Tras pasar a resguardo policial, el Canciller y el Viceministro fueron escoltados mientras el grupo se abría paso.
Un grupo de marchistas se encontraba a cien metros del puente San Lorenzo, lugar donde se mantiene el bloqueo de los colonizadores afines al Gobierno. Otro sector de indígenas estaba en Chaparina y en Limoncito, donde las mujeres y niños se quedaron en espera de víveres y agua.
Pese a las acusaciones gubernamentales posteriores y a la versión del mismo canciller Choquehuanca quien aseguró que sólo “fue obligado a caminar”, los marchistas del Tipnis fueron acusados por supuesto intento de secuestro y tentativa de homicidio en contra de la autoridad.
“Nunca hubo secuestro, en aquella ocasión nos reunimos. Habíamos decidido quedarnos en Quiquibey y en un acuerdo entre la comisión gubernamental y nosotros; pero el Canciller dijo que estén los colonizadores y nosotros dijimos que no, porque el Estado tiene que atender las demandas de los marchistas”, recordó el dirigente Rafael Quispe.
Como resultado de este hecho, cuatro uniformados resultaron contusos uno con una leve herida en el labio por el corte de una flecha. La tarde del 24 de septiembre, día antes de la represión a los indígenas, el ministro Choquehuanca retornó a La Paz pese a que había asegurado que se quedaría en el lugar para posibilitar el diálogo y manifestó que la situación estaba complicada en la región y que “se debía hacer algo”.
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