La economía ilegal desplaza a la legal

Ya para nadie en el país -y menos para las autoridades- es causa de extrañeza, duda o susceptibilidad el sostener que la economía ilegal ha desplazado a la legal: baste examinar la actividad informal, la que se nutre del contrabando, la que, con seguridad, podría tener algunos canales seguros con el narcotráfico, aunque sin total conocimiento de la procedencia de ese dinero; para nadie es extraño que la empresa internacional de las drogas “lava dinero” por diversos medios y uno de ellos podría ser el de la construcción (lo que ocurrió hace muchos años en Las Bahamas).

Dineros que se los invierte a través de fuentes no siempre conocidas sino que sirven para la construcción de edificios que luego se los vende con créditos financiados por los bancos o las mutuales de ahorro y préstamos para la vivienda. Ese dinero -legal y limpio que invierten los interesados en viviendas- los pagan mensualmente y, con ello, buena parte del narcotráfico lava el dinero sucio que ha logrado con la venta de drogas. Este es un procedimiento que desde la China hasta cualquier país del Tercer Mundo ha tenido efectos positivos en quienes, impelidos por la pobreza, han logrado créditos no sólo para viviendas sino para la instalación de negocios de toda clase.

Hay que convenir, de entrada, en que nadie, conociendo, se implicaría en aceptar alegre y fácilmente dineros sucios, sean procedentes del negocio ilícito de las drogas, de la corrupción o los adquiridos ilegalmente por cualquier medio. Con los mismos procedimientos que usan los empresarios de las drogas se incrementa fortunas “logradas legalmente” y así ha funcionado parte de la economía de los países del Primer Mundo, entre ellos los Estados Unidos y que en los países pobres y subdesarrollados se llama economía informal.

¿Qué hacer frente al avasallamiento del dinero logrado ilegalmente en el mundo y en Bolivia? ¿Cómo se podría establecer la procedencia de fortunas con pruebas de su ilegalidad que sirven para la efectivización de muchos negocios? Hasta ahora, que se sepa, los remedios radican, simple y llanamente, en una lucha abierta contra la corrupción y sobre todo contra el narcotráfico; en otras palabras, evitar el consumo de drogas en los países cuya población es adicta y la que demanda más droga y que obliga a los países productores a fabricarla porque se cuenta con “clientes seguros”. Y es preciso recalcar que los países productores, entre ellos Bolivia, no son culpables de la demanda de drogas, no son los que promueven su consumo y menos los que están detrás de los grandes consorcios que administran el negocio letal de la drogadicción; son, en todo caso, las poblaciones que exigen más porque consumen más.

Es innegable que, como parte de esa lucha abierta y total que se debe librar contra las drogas, también es importante contra los que producen la materia prima – precursores, coca, amapola, marihuana y otros – y que es provista por muchos países. Los gobiernos tendrían que aprobar e imponer medidas drásticas contra la producción de materia prima y reemplazarla con producción alternativa que, aunque se lo niegue, ha tenido éxitos en Bolivia como podría tenerlos en cualquier nación. Otro capítulo de anulación está referido a la producción y venta libre e ilimitada de precursores que los fabrican y venden los países ricos que dicen luchar contra el narcotráfico, que demandan menor producción y que, tan sólo por dinero que logran, tienen como fuente de grandes riquezas para la fabricación de precursores.