Rivalidades que dividen y lastiman

El progreso de las grandes civilizaciones de la humanidad y mucho más de los diferentes países del primer mundo, rico y desarrollado, que han vencido a la pobreza, se ha debido, con pocas excepciones, a la unidad que han mantenido sus dirigentes junto con sus poblaciones. Quienes manejaron las transformaciones civilizadas del orbe y mucho más de los países, han entendido que divididos era imposible superar los diversos estados de desacuerdos, descomposición social, económica, sistemas culturales diferentes y hasta diversidad de idiomas, sin que haya comunión entre todos hacia determinados objetivos.

En nuestro país, hemos vivido diversidad de situaciones especiales que no siempre han sido propicias a la unidad; pero, en general, siempre hubo el convencimiento de que sólo la unidad entre todos podría ser factor de desarrollo. Lamentablemente, no siempre se ha comprendido a cabalidad lo que la conciencia nacional creía y, tanto por diferencias políticas como económicas, muchas veces se presentaron antagonismos perjudiciales.

Sin embargo, comparativamente con lo que ocurre en los últimos seis años, debido a las políticas “plurinacionales” impuestas por el régimen, se han presentado diferencias de todo tipo en la población boliviana y, por supuesto, se ha creado rivalidades que no tienen razón de ser y que resultan perjudiciales para todos.

En muchos estratos políticos, sociales y económicos existe el criterio equivocado de que “quien no está con unos está contra ellos y que sólo las diferencias crean condiciones de vida”. Criterios totalmente equivocados que sólo acarrearán, más temprano que tarde, consecuencias funestas para los mismos protagonistas y propiciadores de esas políticas que sólo tienen careta de “buscar igualdad y unidad” y sólo resultan ser cimientos de división y hasta enconos.

En Bolivia, desde su misma creación como República, se tuvo conciencia de la variedad de razas, clases y posiciones; así, en todo tiempo hubo mestizos, aborígenes, indígenas, nativos, colonizadores, que respondían a diversas etnias o pueblos como los quechuas, aymaras, cambas, ayoreos, tacanas, guaraníes, etc., etc. que han convivido en un país pobre y subdesarrollado. Pueblos que han sobrellevado condiciones de pobreza y abandono tanto por ausencia de políticas de integración nacional como por descuido, intencional o casual, de los diversos regímenes que han tenido poder político en el país y hayan sido constitucionales o de facto.

Hoy, la plurinacionalidad -como si fuésemos país único de estas condiciones, cuando todas las naciones del mundo lo son-, ha determinado, por decisiones político-partidistas, que cada quien, por pertenecer a una raza o clase política, económica o cultural es igual; pero en la práctica resulta diferente a los otros y, por ello, resulta contrario porque no todos piensan o sienten igual. La política-partidista ha creado, pues, condiciones de vida ajenas a las conveniencias e intereses de toda la nación.

¿Ganó el régimen del MAS con estas políticas? ¿Ganó el pueblo o el país con estas divisiones tan marcadas? ¿No tienen grandes valores, con ligeras diferencias, los diversos pueblos, clases, razas de todo el país? Vivimos, pues, con políticas equivocadas, contrarias al bien común y que en vez de unir, dividen; por superar condiciones adversas, las hacen más fuertes; por vencer a la pobreza, se implanta medidas que agravan el mal y en lo único que se igualan todas es en que somos pobres y subdesarrollados por carencias como educación y salud, construcción de infraestructura y de otros bienes que países que criticamos políticamente, tienen en abundancia.