Quito.- América Latina es uno de los graneros mundiales de alimentos transgénicos, con millones de hectáreas dedicadas a variedades más productivas y resistentes, pese a que Venezuela, Perú y Ecuador mantienen la prohibición de esos cultivos, aunque en ese último país las cosas están cambiando.
Desde que la primera soja modificada genéticamente se introdujo en Argentina en 1997, uno a uno los países de la región se han sumado al cultivo de semillas con su ADN alterado, a pesar de las objeciones de algunos grupos ecologistas.
Solo en Brasil, por ejemplo, se cultivan más de 30 millones de hectáreas, un área equivalente a todo el territorio de Italia, según dijo a Efe Francisco Aragao, un experto de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), una entidad pública, quien participó esta semana en Quito en una conferencia sobre el tema.
En ese país casi el 90% de la soja (soya), el 85% del maíz y entre el 30 y el 40% del algodón son transgénicos, según Aragao, quien ha contribuido a desarrollar un fréjol más resistente a las plagas.