Grandes “misterios” de nuestra magra economía

Hay información, estudios y análisis que no se los puede pasar por alto. El prestigioso periodista Alberto Zuazo Nathes, en su columna Punto Aparte, publicada en EL DIARIO el pasado 2 de septiembre, muestra datos y análisis de Jubileo -honesta y responsable investigadora de la realidad económica nacional- que muestra situaciones que parecen “misterios” de nuestras realidades y que resultan incomprensibles sobre lo que padece el país por ausencia total de políticas honestas y responsables en el manejo económico. Pregunta Jubileo y transcribe A. Zuazo N.: “A siete años del IDH ¿en qué se gasta los recursos? El IDH es el Impuesto Directo a los Hidrocarburos. Fue creado en 2005, tomando la alícuota del 32% del valor de la producción de gas natural. Se lo distribuye en distintos porcentajes al Tesoro General de la Nación, a los gobiernos departamentales y municipales, a las universidades y a tres fondos sociales”.

Continúa el análisis: “La renta de hidrocarburos aumentó de Bs. 2.285 millones en 2004 a Bs. 4.980 millones en 2005. A la gestión de 2011 subió a Bs. 13.720 millones; es decir, seis veces más que en 2004. Pese a que no existe una norma que determine a qué fines deben utilizarse estos recursos, en los años 2011 y 2012 la mayor parte de aquellos ingresos -casi dos terceras partes- se destinó a gasto corriente y una mínima parte a inversión o sea a la producción. Jubileo estima que estos recursos debieron servir para cambiar el patrón de desarrollo hacia una economía productiva, diversificada y que genere ingresos y empleo, en vez de gastarse sin perspectivas de reproducción”.

Finaliza la información y análisis: “En los últimos seis años no se crearon otras fuentes de ingresos externos ni internos sustentables para el país. Efectivamente se hicieron intentos de darle valor agregado al gas natural, pero no prosperaron, por lo menos hasta hoy. Peor aún, se convirtieron en escándalo de proporciones, por la corrupción que imperó en las contrataciones, inversiones y en otros procedimientos dolosos”.

La información y análisis, presentados con mucho realismo y profesionalismo honesto y responsable, muestra, pues, una especie de “misterios” que los bolivianos no sabemos cómo explicarnos para conseguir, siquiera mínimamente, algún justificativo, algo que muestre siquiera la intención de haberse obrado correctamente, cuando los precios internacionales del petróleo, el gas, los minerales, las materias primas que explotamos y exportamos han subido como nunca en la historia de la economía mundial y que, si trabajábamos, producíamos, otorgamos garantías a las inversiones, hubiésemos logrado grandes superávits que, con seguridad, habrían multiplicado siquiera por tres nuestras reservas y, sobre todo, habrían dado lugar a inversiones internas de gran beneficio y generadoras de empleo que tanto precisamos.

De todos modos, y aún no es tarde, habría que preguntar a todos los beneficiados con el IDH, ¿cuánto, cómo y en qué se invirtió tanto dinero? ¿Por qué se utilizó en el gasto corriente dineros que estaban destinados a obras de desarrollo con miras a ampliar los horizontes de nuestra economía, crear empleo y conseguir un desarrollo armónico y sostenido? Mucho, muchísimo habría que explicar al país; pero como van los hechos, parece que todo ingresará en el profundo pozo de los “olvidos intencionados” o ingresará en las Cajas de Pandora de la historia.