En el discurso del 6 de agosto del año pasado en la Casa de la Libertad, en Sucre, el presidente Morales reconoció cinco debilidades en su gobierno: narcotráfico, contrabando, corrupción, dificultades en la gestión pública y la inseguridad ciudadana. En Colombia y en el Chapare, en los primeros días de septiembre volvió a recalcar que en su gobierno había debilidades en cuanto a: comida, carburantes, cocaína, contrabando y seguridad ciudadana.
El mandatario dio a conocer nuestras debilidades hasta en el exterior, pero no da soluciones, empero en el Ejecutivo hay ministros y ministras a los que el cargo les queda demasiado grande. Asimismo hay viceministros y viceministras más en cantidad que calidad, pues no conocen sus atribuciones ni tienen profesionalismo, por lo que continúan los males sociales que ponen en duda el prestigio del país.
Desde el nefasto gasolinazo en 2009, con decreto que trató de imponer el Vicepresidente, la situación económica empeoró. Amas de casa dan grito al cielo cada semana en los mercados de abasto. El almuerzo de un trabajador antes de 2006 era de Bs. 3, hoy una pobre ración cuesta Bs. 7. Algunas familias desayunan y almuerzan, no hay cena. En algunos hogares se ingiere un plato de arroz con huevo o ají de fideo cada día. El pan de Bs. 0,40 bajó de peso y calidad.
Los mendigos aumentan pidiendo limosna para comprar un pan que mitigue su hambre. Mujeres, niños y niñas recolectan y viven de la basura. No obstante que la empresa privada hizo esfuerzos para incrementar sueldos y salarios, el dinero no alcanza. El circulante desapareció. Ante la inseguridad alimentaria hay anemia y miseria en la población.
El enorme contrabando tiene vía libre. Autos chutos y robados fueron legalizados. El ingreso de vehículos por nuestras fronteras desguarnecidas continúa. El COA pesca casi a diario camiones contrabandistas con mercaderías millonarias. El ingreso de ropa usada es constante. ¿Las fronteras no debían estar resguardadas por militares?
Nadie niega que la subvención a los carburantes es un gran problema para Bolivia. Según el Gobierno, el país goza de bonanza macroeconómica que proviene del ingreso del 60% de los hidrocarburos; vivimos del gas y dependemos de Brasil, muy poco de Argentina. Se alerta que las reservas de gas se agotarán en los próximos siete años, lo que debe preocuparnos.
La corrupción, que existe desde la fundación de la República, se agigantó en este período del Estado Plurinacional, en todo el país. La erradicación de este flagelo es imposible, no obstante que se dice que 95 millones de dólares han sido recuperados de actos de corruptela. Es una vergüenza que se produzcan incluso en el Consulado en Washington.
La inseguridad ciudadana es preocupante, por robos, atracos, crímenes, estafas, secuestros, violaciones, tráfico de personas, que antes no se lo conocía, pero ahora causa pavor en familias, etc. La seguridad del ciudadano está en vilo. La Policía Boliviana ha sido rebasada. Veremos qué hace el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana contra el crimen organizado.
Casi a diario se descubre fábricas de droga en Santa Cruz, en Cochabamba, donde el tráfico de la cocaína está a cargo de clanes familiares, cárteles de droga, así como se extienden los sembradíos de coca. El propósito de EEUU, Brasil y Bolivia de una lucha frontal contra los narcos es positivo, empero al parecer nuestro país actúa de mala gana por no afectar, tal vez, el negocio ilícito de algunos cocaleros. Bolivia es el segundo país productor de droga. EEUU ha desertificado por cuatro veces al país por el fracaso de la lucha antidrogas. Se debería sentar precedente con mano dura a los narcotraficantes, por el prestigio del pueblo boliviano.
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