Un oportuno homenaje póstumo

La muerte con ese signo doloroso y cruel nos ha privado de seguir contando con las valiosas enseñanzas y el accionar eficiente del jurisconsulto Ernesto Araníbar Sagárnaga, quien nació en Oruro el 25 de octubre de 1939 y desde sus años juveniles se vio arrastrado a las temáticas de la justicia y el derecho por su vocación honrosa de querer servir a sus semejantes en las salas judiciales. Realizó sus estudios profesionales en la Universidad Técnica de Oruro y para obtener una preparación más amplia sorteó postgrados y cursos especiales que enriquecieron su saber.

Se desempeñó como Juez Instructor de la Provincia Abaroa y en cargo similar en la Provincia Cabrera. Fue Fiscal del Partido Civil, del área Penal, u como corolario, del Distrito de Oruro, Vocal de la Corte Departamental Electoral, vocal, decano y subdecano de la Corte Superior de Distrito de Oruro, Presidente de la misma al margen de haber desempeñado otras funciones de alto rango en la judicatura regional, coronando su carrera al ser elegido por voto popular como miembro del Consejo de la Magistratura el año 2011.

Por su sensibilidad social y su cariño a la clase trabajadora, se desempeñó con desinterés económico como asesor jurídico de diversas organizaciones laborales. Igualmente, el deporte nacional lo vio en el rol de Secretario General del Tribunal Superior de Disciplina Deportiva de la Federación Boliviana de Fútbol.

Este reconocimiento póstumo que le hacemos se encuadra más que todo en la administración que nos da la imagen sencilla, pero generosa y valiosa a la vez, de este hombre del derecho criollo. Ahora, cuando el sol de la tarde se ha puesto en su existencia, cuando la tristeza de su inesperada desaparición aún nos acongoja, es menester brindarle estar palabras de reconocimiento, pues tuvimos esa gloriosa oportunidad de escuchar sus consejos y sus expresiones de amor hacia lo verdadero y lo justo.

Para Ernesto Araníbar Sagárnaga no cabían los intereses mezquinos ni las componendas de circunstancia, hacía prevalecer su integridad y su honorabilidad. Les corresponderá a sus colegas del Consejo de la Magistratura seguir sus pasos y desempeñarse en sus altas responsabilidades como él lo hacía. Bolivia ha perdido un hombre ganador, pero es un consuelo saber que ha dejado sus escritos como un legado de extraordinaria consistencia y riqueza.