Hay preocupación en la colectividad por el problema de los déficits de alimentos, por lo que el país se ve obligado a importarlos. Hay que convenir que hace muchos años nos proveíamos de la mayoría de los alimentos que precisaba la población, porque la producción de tubérculos, hortalizas y otros vegetales era normal y había muchos excedentes y variedad de los mismos. Cabe recordar, por ejemplo, que el país producía, hasta principios de la década de los años 50 del siglo pasado, alrededor de 230 calidades de papa que inundaban los mercados; hoy, tanto en cantidad como en calidad, la disminución y desaparición de algunas es notable.
La aprobación de la Ley 480 de los Estados Unidos ha permitido, a mediados de la década de los 50, ayudar a los países pobres con partidas interesantes de trigo, harina, lácteos y otros productos. Nuestros gobiernos, muy contentos con la medida, han aceptado las donaciones, pero han descuidado la propia producción y, para el caso del trigo, por ejemplo, dejamos de tener graneros como Cochabamba, Chuquisaca y hasta parte de Potosí.
Sabido es, también, que en la región oriental -especialmente el Beni y provincias- hay mucho ganado y las vacas lecheras producen mucha leche, pero como no hay ordeño oportuno, los ganaderos, para evitar males en las ubres crecidas del ganado, derraman la leche, cuando, con planes efectivos de asesoramiento, adopción de técnicas especiales, entrenamiento de personal y, por supuesto, inversión de capital, se podría instalar fábricas de quesos y otros derivados de la leche, que bien pueden abastecer nuestros mercados y con ello suprimir la importación de dichos alimentos.
Podemos cultivar mucha caña para la elaboración de azúcar, tener cultivos de arroz y soya en grandes cantidades, volver a la situación de contar con graneros para el trigo y el centeno; cultivar grandes extensiones de terreno con quinua y contar con una producción que abastezca nuestros mercados y se logre excedentes para la exportación. ¿Qué detiene al país para no emprender grandes proyectos de desarrollo agrícola? ¿Qué se hace para conformar una industria agropecuaria que impida la dependencia de donaciones e importaciones?
La creencia de que tenemos petróleo, gas, minerales, maderas y algunos productos exportables, tiene contento al Gobierno y resignados a los que invirtiendo, especialmente energías y capacidad de trabajo de las personas, podrían superar esas situaciones y no estar pendientes de reservas de gas cuya cantidad no se la conoce, con explotación mínima de petróleo, aunque tampoco se estableció cuáles son las reservas. Nuestros mineros continúan con antiguas vetas y hay poca o ninguna prospección en pos de tener nuevos cuadros mineralógicos y emprender un trabajo eficiente y de calidad.
Hay mucho por hacer, pero ¿podrá el Gobierno “poner los cascabeles al gato” y anular algunas de sus disposiciones en contra de la inversión de capitales, apertura de fuentes de riqueza, creación de empleo y lograr nuestra independencia de las importaciones que nos han llevado a extremos nunca vistos? Las respuestas podrían estar en las puertas del régimen; pero, ¿alguien se animará a abrirlas en pos de cambiar efectivamente?
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