El psicólogo Bismarck Pinto Tapia aseguró que las personas celosas no aman a su pareja, por el contrario buscan someterla a sus condiciones en base a acciones violentas ante el temor de ser abandonados. En el caso de que ambas personas de la pareja sean celosas, se trata de una relación disfuncional que se dedicara a celar y no amar.
Gran parte de las teorías de Pinto se publican en su blog profesional, y en ellas se señala que “los celos no hacen referencia al amor porque no permiten la reciprocidad positiva, es una acción de negación del otro. La violencia es obligar al otro a que sea distinto de lo que es. La persona celosa agrede al otro al descalificarla, controlarla y obligarla a abandonar los espacios donde existirían riesgos de infidelidad. Por lo tanto, la cara que esconde la máscara de los celos es la violencia. Una persona celada es víctima de maltrato. El amor requiere espacios de libertad, el celo le teme a la libertad, necesita control para evitar el abandono”, señala Pinto.
Para Pinto, la palabra celo es el eufemismo de los sentimientos de miedo y envidia. El miedo es inmenso, es pavor al abandono. Se desglosa en dos grandes miedos: ser rechazado y la posibilidad de que exista alguien mejor que uno.
Para equilibrar la baja autoestima lo que este tipo de persona hace es descalificar los logros de su pareja, así evita que ella pueda superarlo y abandonarlo.
De acuerdo con Pinto, la víctima está paralizada por la paradoja en la cual la persona celosa la inserta: si le dice que no le engaña el otro dudará, si le dice que es cierto, el otro confirma su idea. Diga lo que diga, haga lo que haga no podrá demostrar su fidelidad.
“Por lo tanto, el amor no es la pasión del deseo. La necesidad de procrear activa el organismo para la búsqueda sexual, el apasionamiento o enamoramiento no es nada más que la señal fisiológica del deseo, no es indicador de un encuentro amoroso sino erótico. El amor es una construcción social de dos personas interesadas en acompañar el crecimiento del otro y compartir intereses, valores y metas. Es una interacción de afectos y acciones dirigidas al bienestar del otro. Se establece como un proceso dinámico, los intercambios dependen de la historia personal y requieren permanentemente equilibrarse. Puesto que es un sistema social muy pequeño, compuesto por dos elementos, el recurso del equilibrio es la reciprocidad. En tal sentido ni los celos, ni la violencia deben ser entendidas como parte de la construcción del amor entre parejas”, explicó.
Según esta teoría, el celo, se construye sobre la pasión sexual, requiere la incapacidad de escuchar al otro. El miedo al abandono es el eje de todos sus pensamientos, el control la única manera que encuentra para evitar el desamparo. Se trata de una concepción inmadura del amor “la posesión consecuente con el intenso deseo pasional”.
“Dos son los procesos afectivos más comunes en la organización celopática: apego inseguro y descalificación. El apego es la respuesta que damos ante una necesidad afectiva. Nuestras figuras de apego son generalmente nuestros padres, pero pueden haber sido los abuelos, hermanos mayores, niñera, etc., las personas a las que recurríamos para ser consolados”, sostiene el experto.
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