Expedición al río Paraguay

El Congreso y el Gobierno de Bolivia hicieron concesiones al empresario Manuel L. Olinden para la fundación de un pueblo en el río Otuquis del oriente boliviano y el establecimiento de la navegación de éste y otros ríos hasta Paraguay.

José León de Olinden, hijo de ese gran empresario, la cabeza de una expedición exploratoria, salió del pueblo de Santo Corazón de la provincia Chiquitos, y embarcándose en el río Cuyabá, navegó hasta llegar a la barra del río Paraguay frente a la serranía del Dorado o Santa Lucía, continuando después hasta el fuerte Borbón u Olimpo.

LAS CONCESIONES

A MANUEL L. OLINDEN

En otra parte de estas crónicas (18 junio, 5 y 11 noviembre) hemos referido el origen y el proceso de las concesiones hechas por el Congreso y el Gobierno de Bolivia al empresario mencionado, para la fundación de un puerto en el Otuquis del oriente boliviano. Hemos narrado también la forma en que el concesionario tomó posesión de esos territorios y reproducimos el acta respectiva. Hoy recordamos la expedición realizada al río Paraguay con este propósito.

OLIDEN SALE DE SANTO CORAZÓN

El 15 de agosto de 1836, Olinden a la cabeza de una expedición exploradora salió del pueblo de Santo Corazón, de la provincia de Chiquitos, por las salinas del Juarú, Villa María y Guayabá. El 8 de octubre se embarcó en el río de Cuyabá y siguiendo su curso, llegó en seis días de navegación hasta la barra del río Paraguay, llamada San Lorenzo. Al día siguiente estuvo en pleno río Paraguay, teniendo al frente la serranía del Dorado o Santa Lucía. En las orillas de este río encontró Olinden una tribu de indios guatos, nación errante y mansa, que salieron en sus canoas a vender a los pasajeros algunos productos del lugar a cambio de un vaso de aguardiente.

Olinden observó que la serranía del Dorado que tenía al frente servía de barrera entre el río Paraguay y las lagunas de los jurayes, llamadas la Gaiba y Uberaba. De este punto navegó dos días río abajo en dirección a la antigua población de Alburquerque, a la que encontró deshabitada. Dos días después llegó a la misión de Guanas, donde encontró una guarnición militar al mando de un oficial. En este punto Olinden se entrevistó con el comandante general de la frontera Rufo de Rinho, a quien le entregó la autorización respectiva para efectuar la expedición.

EN DOS FUERTES

Después de descansar en Guancas, Olinden y sus compañeros prosiguieron el viaje y navegando siempre río abajo, llegaron al fuerte de Coimbra, “que presenta en tiempo de crecientes la vista de una isla o de un peñón en medio del río Paraguay, aunque en tiempo seco se transita por tierra desde Alburquerque distante 12 leguas”. Después de dos días divisaron el fuerte Borbón, donde un soldado salió a recibirlos conduciéndolos ante el jefe de la fortaleza, un anciano. Olinden le manifestó que era portador de unas cartas particulares para el jefe del Estado (José Gaspar Rodríguez de Francia) y que le solicitaba permiso para ir a entregárselas personalmente en Asunción. El comandante le respondió que el dictador no recibía cartas. Viendo infructuosa su demanda, Olinden se retiró a su canoa, con el propósito de zarpar cuanto antes en viaje de regreso.

VIAJE DE RETORNO

Cuatro horas después de haber llegado al fuerte Borbón, Olinden recibió la intimación para abandonar el lugar y así lo hizo. Regresó a Coimbra y al día siguiente volvió a encontrar a los indios guaicurús, quienes instaron a los viajeros para que desembarcaran y pasaran a sus tolderíos a visitarlos, invitación que Olinden no aceptó temiendo con razón una emboscada. De regreso a Alburquerque, Olinden determinó volver a Santo Corazón por tierra y con este fin despidió la canoa para Cuyabá.

Salió de Alburquerque y después de haber atravesado diez leguas por el monte, llegó a una laguna que desagua en el río Otuquis; pasó por ésta, en una pequeña balsa de palos. Llegó al pie de un cerro, que ya es continente firme y donde encontró vestigios de antiguas poblaciones. Subió a él y de su cima vio que continuaba esta serranía al oeste y que era la de Sunsas y del pueblo de Santo Corazón. Divisó también el cerro de Olinden, situado a una distancia como de 12 leguas.

El camino que debía atravesar era, pues, de aquel punto muy corto, pero de monte bajo y espinoso. “Nuestras manos -dice el mismo Olinden- estaban inutilizadas y forzoso nos fue bien a pesar nuestro retroceder estando y tocando el fin de nuestro viaje, porque a más de nuestra imposibilidad física para seguir trazando un camino, los mosquitos y tábanos eran numerosos e insoportables”.

LLEGADA A LA FLORIDA

Regresaron, pues, a Alburquerque y aquí se proporcionaron una nueva embarcación para volver a Villa María. Navegaron con alguna dificultad hasta la serranía del Dorado y engañados por el río de Aguake que encontraron cerrado, penetraron en la laguna Uberaba, de donde retrocedieron para tomar nuevamente el río Paraguay. Después de 24 días de penosa navegación llegaron a una estancia y pasando por Villa María, Mato Grosso, Casalvasco y Santa Ana de Chiquitos, arribaron por fin a la Florida en febrero de 1837. El viaje por el río y por tierra, desde que salieron de Santo Corazón, había durado cuatro meses. Ese mismo viaje se lo hacía en 1926 en cinco días y hoy (2012) en hora y media.

EL DIARIO, 5 de octubre de 1926.

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