Una mirada a la educación en Bolivia

Nació una nueva Ley de la Educación en el actual Estado Plurinacional de Bolivia y muchos nos preguntamos sobre la anterior Ley 1.565, también conocida como Ley de Reforma Educativa, siendo la pregunta si la conocíamos o no. Cuando en las calles hay marchas de protesta de los sectores de maestros urbanos y/o rurales les escuchamos afirmar que la actual Ley 070 es una copia de la anterior, tipificando a ambas como “malditas” y “neoliberales”. Me preguntó: ¿cómo podemos aseverar que la actual ley sea una copia de la anterior, teniendo la duda sobre si la anterior Ley 1.565 era o no conocida?

¿Qué pasa por las mentes de nuestros sectores sociales y/o sociedad en su conjunto?, ¿simplemente por interés o por malas costumbres nos oponemos a todo?, ¿o el problema radica en el desconocimiento de las leyes, el poco interés que se tiene para conocerlas o no nos gusta cumplirlas, lo cual nos lleva a cometer errores, vivir en caos y disputas continuas?

Sin generalizar, de una u otra forma fuimos parte viva de la implementación de la Ley de Reforma Educativa - 1.565 y quienes hoy vivimos en Bolivia estamos viendo nacer la nueva Ley 070 de la Educación, llamada “Avelino Siñani - Elizardo Pérez”. Por fuentes oficiales se sabe que para la implementación de la Ley 1.565 se gastó más de 300 millones de dólares y no sabemos cuánto se invertirá en la implementación de la actual Ley 070.

Pero lo que se puede adelantar como resultado de la actual ley, es que si ésta no se la reglamenta adecuadamente y los actores sociales involucrados no asumimos conciencia de la misma, será un fracaso rotundo, al igual que la anterior y un gasto de dinero que el Estado hoy no se puede dar el lujo de perder.

Por lo mencionado me pregunto y pregunto a los lectores: ¿qué tipo de educación buscamos?, ¿qué pretendemos con la educación para nuestra sociedad? En el corto, mediano y largo plazo, ¿qué nos debería permitir alcanzar la educación en nuestro país? ¿Nuestras autoridades y pueblo en general estaremos conscientes de que la Patria necesita una verdadera transformación educativa? ¿Cuál será la transformación educativa que estamos buscando? ¿Transformar la mente de nuestra sociedad será la solución? ¿Cómo se debería pensar en transformar la mente de los habitantes de nuestra Bolivia?

Cuando escucho por las calles a estudiantes, maestros, mineros, comerciantes, etc. reclamar por sus derechos, simplemente sigo haciéndome más preguntas: ¿será que estos actores sociales cumplen con sus obligaciones?, ¿cómo influye la educación para que estos actores piensen y diferencien entre sus derechos y obligaciones que tienen para con el Estado y su sociedad?, ¿qué se entiende por reivindicación social?

Como podrán apreciar, se puede formular tantas preguntas, las cuales desnudan a una débil educación que es propia de nuestra sociedad carente de principios y valores, con malos hábitos, malas costumbres, etc. Recordando, me cuesta tanto afirmar, pero sin temor a equivocarme pienso que tuve muchos maestros que no supieron orientar adecuadamente el proceso de enseñanza y aprendizaje en el que mis padres confiaron para los ocho hijos que educaron. Eran maestros con baja autoestima, sin sueños, manipulados, etc. Y me sigo preguntando: ¿qué tipo de sociedad formaron y están formando estos maestros?, ¿será culpa de ellos o simplemente la culpa lo tiene el sistema? ¿Qué entendemos por sistema?

Cuando se habla de educación no podemos olvidar nuestro pasado, pensar en un presente y soñar con un futuro; el sueño que tengo para los hijos de nuestra sociedad es una sociedad mejor, en la que aprendamos a coexistir… y reconocer nuestros errores, para que éstos se conviertan en fortalezas.

Considero que el principio para una verdadera transformación educativa y social es tener la capacidad como Estado para reconocer que nuestra educación fue y está siendo mal orientada. Sin mezquindades es necesario reconocer lo mal que se ha actuado hasta ahora, identificar nuestros errores y convertirlos en bases fundamentales para transformar nuestra educación y por ende nuestra sociedad.