Nos aprestamos a celebrar un nuevo aniversario de la Fundación de La Paz, ocurrida el 20 de octubre de 1548, hecho histórico protagonizado por el español Alonso de Mendoza. Es notable el progreso que logró esta urbe situada entre montañas, a 3.600 metros sobre el nivel del mar. Cuando propios y extraños pasean por los barrios de la ciudad se sorprenden al ver grandes construcciones de 10 y 15 pisos, que son muestras de progreso de la sede de gobierno, que adquirió esa condición como consecuencia de una guerra federal.
Vistosos parques y plazas adornan por doquier el panorama citadino. El movimiento comercial se lo siente en todo nivel, porque el paceño es activo en todos los campos laborales y el capital invertido en empresas y negocios de toda índole mueve a un millón de habitantes. El comercio informal moviliza a miles de habitantes, que actúan como hormigas, dedicándose a diversas actividades, no obstante la presencia de marchas, protestas de carácter social, que suceden con frecuencia por el centro de la ciudad y alrededores, aunque la población soporta con estoicismo esas manifestaciones ruidosas.
La ciudad de La Paz es el centro histórico de Bolivia, porque aquí se produjeron hechos transcendentales que originaron cambios estructurales y revolucionarios, siendo al mismo tiempo sus habitantes testigos de esos acontecimientos, muchos de los cuales se dieron en la Plaza Murillo.
En 1781 en esta tierra se levantaron indígenas como Túpac Catari y Bartolina Sisa ante el yugo español, luego se produjo el grito libertario del mestizo Pedro Domingo Murillo el 16 de Julio de 1809. La historia se repitió en 1952, cuando se realizó la nacionalización de las minas, estatizando las propiedades mineras de Patiño, Aramayo y Hoschild. Por primera vez hubo una revolución en el campo, que benefició a los campesinos, con la aplicación de la reforma agraria y la implantación del voto universal, algo difícil de creer en esos tiempos.
A finales del Siglo XVIII comenzaron a aparecer las Logias Secretas Patrióticas, que intervinieron en el ámbito político, dando a conocer sus criterios en diversas ciudades coloniales. Desde sus comienzos la ciudad de La Paz alcanzó el título de tierra turbulenta y convulsiva por mostrar desórdenes constantes. En su suelo se consolidó la independencia patria, rechazando por la fuerza de las armas la pretensión peruana de hegemonía. En esta tierra de valientes fueron abatidas las tiranías y por ello se le dio el título de “Cuna de la Libertad y tumba de tiranos”.
Se repiten constantemente sus fastos históricos, por la idiosincrasia de sus habitantes y por ser el crisol de la nacionalidad, ya que aquí conviven todos los bolivianos, sin regionalismo ni rencores. Todos trabajan por el progreso de la ciudad, entre ellos sus autoridades municipales, que constantemente están en contacto con los pobladores de diferentes barrios, para atender necesidades urbanas. Por ello es justo reconocer las actividades de las autoridades de la primera ciudad de Bolivia.
El autor es ex Decano de Odontología de la UMSA.
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