Francisco Xavier Iturralde
La calificación BB- merece un aplauso, porque representa una mejoría, en un manejo económico pragmático, considerando el discurso político y respectivos conflictos existentes, incluidos los sociales. Sin embargo Bolivia aún se sitúa en los B, es decir, su economía se ubica en margen aceptable de endeudamiento, pero no quiere decir que está bien. En efecto, las calificadoras de riesgos soberanos califican sobre todo la capacidad y voluntad de pago de las deudas de un país en plazos y términos pactados. Bolivia está aventajada en relación con su economía anterior a 2006. Sus autonomías gubernamentales a escala de departamentos, municipios, naciones y comunidades disponen de recursos. Lo grave: la mayoría no ejecuta obras. Paralelamente, los pagos de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos están garantizados 14 meses y puede atender la devolución de los depósitos en el sistema financiero.
No quedarán afectadas sus Reservas Internacionales, aunque utilicen un 10% para financiar proyectos de industrialización y producción de empresas públicas. El país tiene ingresos a los que debe sacar ventajas, que redunden en una demanda creciente de los bolivianos y de preferencia volcada a productos y servicios con valores agregados localmente, que mejoren la alimentación, salud, educación y vivienda de sus 36 naciones, acorde a una discriminación positiva.
La coyuntura actual le es favorable, en el marco de su pobreza que infelizmente persiste a pesar de haber disminuido un poco gracias a la inclusión sin discriminación racial, de género y a una distribución de riqueza más equitativa. Todo esto debería estar acompañado de una superación en la educación y asimilación de ciencia y tecnología de avanzada, muy escasa.
Pero la dependencia de hidrocarburos y minería, de igual manera que su paupérrimo Producto Interno Bruto per cápita, debilitan sus proyecciones. El país requiere despertar la transformación de recursos naturales en riquezas, sin temor a perderlas y ganando porcentajes apropiados para que extranjeros también se interesen en invertir. Debe abrir las mentes al progreso, evitando asaltos a lo ajeno y sectores afines al poder que se privilegian antes que Bolivia; necesita una regularización de actividades más segura, menos intervención estatal y mejor ambiente que incentive la inversión extranjera privada, especialmente en el desarrollo de nuevas reservas de hidrocarburos. Urge establecer claramente los marcos legales en hidrocarburos, minería, banca y empresas públicas.
Las fortalezas de Bolivia no son suficientes para encarar un futuro venidero con tranquilidad, especialmente a escala del equilibrio fiscal, punto débil, por más crecimiento económico que exista y descenso de la deuda pública, así como moderada inflación y favorable bolivianización.
La calificación de riesgos BB- debe aún mejorar mucho, requiriéndose que el Gobierno incentive inversiones privadas locales y extranjeras.
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