A partir del año 1952 y como efecto de la destrucción de las grandes estructuras económicas y sociales feudales y coloniales que imperaban en el país, la realidad social boliviana empezó a cambiar, para pasar al futuro. La vieja casta “burguesa” y su respectiva clase obrera comenzaron a abandonar el escenario económico-político nacional para permitir la presencia de flamantes clases sociales en la vida política nacional, en particular una naciente nueva burguesía nativa, así como de una original clase obrera, que debían convertirse en las fuerzas motrices de la reciente aparecida realidad boliviana.
Esos nuevos objetivos de la sociedad boliviana fueron, sin embargo, recortados por gobiernos que no comprendieron el alcance de los cambios, pero en especial por la presencia de una irracional oposición de derecha que intentaba por todos los medios retornar al pasado y cerrar el camino hacia nuevos horizontes históricos.
Ese avance terminó por ser frustrado y destruido por la restauración de las fuerzas reaccionarias en 1964 que, al retornar al poder y mantenerse en él a lo largo de cuatro décadas, hicieron tabla rasa con todo lo que la sociedad boliviana pudo avanzar y construir. Más propiamente, evitaron la insurgencia de nuevas clases sociales e hicieron resucitar los saldos del viejo y agónico régimen feudal-colonial.
Empero la vida no se detiene y la nueva realidad histórica volvió a avanzar para dar paso a las nuevas fuerzas sociales y la organización de un nuevo régimen socio-económico que sepulte al pasado y abra el camino hacia horizontes más promisorios. En efecto, después de una prolongada etapa de transición, hoy la sociedad boliviana, en actitud independiente de la voluntad de posiciones individuales y tiendas partidarias, muestra novedosas particularidades en el desarrollo de su existencia, la misma que, de encontrar las libertades necesarias de acción, podrá hacer posible el salto histórico.
Esta nueva proyección social se podría expresar en un avanzado régimen histórico con nuevas clases sociales y nuevos partidos políticos, suceso que, al mismo tiempo, desplazaría al agonizante régimen económico y social, a no ser que fuerzas conservadoras que están al acecho se impongan de nuevo en la vida política nacional y repitan las experiencias reaccionarias que se vivió durante los 40 años pasados.
El desarrollo de nuevas características de la sociedad boliviana está poniendo en el escenario de la vida nacional distintos protagonistas que, de no adoptar la conducta de la mujer de Lot (quien por mirar atrás quedó congelada como una estatua de sal), abrirá la posibilidad real de enterrar para siempre un régimen que, por obsoleto e incongruente, periclitó hace mucho tiempo.
De hacerse realidad esa posibilidad, una nueva clase obrera echará por la borda a la antigua organización cobista y, a la par, una burguesía nacional revolucionaria desplazará al llamado arcaico sector empresarial que, carente de perspectiva histórica, mira al pasado con lágrimas en los ojos, al extremo de aliarse con fuerzas restauradoras colonialistas y feudalistas que siguen actuando en el panorama boliviano.
En todo caso, necesariamente la nueva realidad deberá dar origen a nuevos organismos partidarios que representen políticamente la realidad emergente y los intereses de las nuevas clases sociales. Si alguna fuerza partidaria pudiese alcanzar esa situación, garantizará la tranquilidad y el nuevo orden en el país, desaparecerán los agudos conflictos sociales y se superará la actual incongruente etapa de transición.
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