La reciente reclamación expuesta en Naciones Unidas por parte de Bolivia, sobre la reivindicación marítima, nos hace ver una vez más que Chile no dará salida al mar, ya que ratifica su posición de agresor al no aceptar la revisión del Tratado de 1904, aunque tenemos ese derecho por haber sido obligados a firmar ese documento por las armas, lo que implicaba la cesión de territorios a “perpetuidad”.
Es vergonzosa la actitud de la Cancillería chilena cada vez que manifiesta que su país no tiene problema de límites con Bolivia, pese a que se apropió de territorios ajenos con una invasión armada en 1879. La misma acción se desencadenó contra el Perú, imponiendo los chilenos condiciones sobre límites territoriales, dejando a Bolivia enclaustrada. En consecuencia Perú perdió los territorios de Arica y Tarapacá, cuando se firmó el Tratado de Lima en 1929, con el llamado “Hito de la Concordia” como referencia para las fronteras terrestres entre los dos países.
Actualmente está en la Corte de La Haya una demanda peruana para la fijación de un límite marítimo, reclamando un área de 100.000 Km2 en el Pacífico y cuyo fallo se espera para fines de diciembre. No se sabe si Chile aceptará el fallo, por lo que es posible un conflicto bélico.
En el caso de Bolivia, el incumplimiento de cláusulas del Tratado de 1904 afecta el libre tránsito y ocasiona fletes altos impuestos por Chile en Arica, perjudicando a nuestro comercio exterior. Por eso se debería desplazar la mercadería por el puerto de Ilo. Es difícil aceptar elevados pagos impuestos en un puerto que no era chileno y por perder una guerra injusta sufrimos las consecuencias.
Con cinismo Chile pregona que el tratado firmado se lo debe cumplir, pero lo incumple, por ejemplo cuando la vía ferroviaria Arica - La Paz sólo funciona hasta su frontera, no hasta La Paz como dice el convenio. En vista de que Chile no quiere darnos una salida al mar, se debe actualizar la demanda ante el Tribunal de La Haya, a fin de conseguir justicia.
Mientras tanto el Estado boliviano debería potenciar a las Fuerzas Armadas, en especial al Ejército y la Fuerza Aérea, pues persisten las amenazas chilenas. Habiendo financiamiento para planes de desarrollo y empresas de producción industrial y social, como consecuencia de la venta de gas, se debería apoyar más a las FFAA, así como aumentar el resguardo militar en la frontera con el país vecino. Por otra parte, el nuevo aeropuerto de Uyuni en cualquier momento podría tener importancia militar, en caso de agresión al territorio boliviano.
El autor es ex Decano de Odontología de la UMSA.
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