Recuerdos del presente
En Challapata y en San Germán el gobierno del presidente Evo Morales acaba de demostrar que ha comenzado a percatarse del avanzado proceso de disolución en que se encuentra el Estado boliviano.
Las actividades ilegales han abarcado grandes segmentos del territorio nacional durante la tregua que vivieron hasta ahora de parte de este gobierno, que las toleraba dándoles diferentes denominaciones.
Nunca antes las actividades delincuenciales habían sido elevadas a la categoría de sectores revolucionarios que van construyendo un “proceso de cambio”, como ahora.
Los cocales ilegales y su influencia abarcan gran parte de la geografía nacional, el contrabando ocupa casi todos los departamentos, los ladrones de mineral cubren el altiplano.
Detrás de la cortina de estas actividades ilegales, algunos funcionarios del gobierno se lanzaron a una desenfrenada corrupción, disimulada por algunos casos que fueron descubiertos y castigados sólo porque convenían a los conductores del proceso, para deshacerse de algunos compañeros de ruta que resultaron incómodos, como el caso de Santos Ramírez.
En esta columna el sufrido lector se enteró de las similitudes que tiene Bolivia con Somalia, un país africano que dejó de existir cuando no pudo enfrentarse a las actividades ilegales que se daban en su territorio.
Algunos funcionarios llegaron a decir que esas comparaciones eran una exageración, pero ahora el ministro de Gobierno, Carlos Romero, admite que la soberanía del Estado boliviano había dejado de cubrir todo el territorio nacional.
Las acciones de Challapata y San Germán parecen la muestra de que las cosas han cambiado, pero si se las observa bien son solamente operativos que ocultan las raíces de esos problemas.
De todos modos, no se sabe si por cubrir fallas mayores, relacionadas por ejemplo con el pésimo manejo de la cuestión minera, el gobierno ha lanzado esos operativos.
La tarea será muy difícil, sobre todo si se la realiza evitando ir a la raíz de los problemas, como ha ocurrido en las acciones lanzadas para frenar a los contrabandistas y a los narcotraficantes.
Challapata es el lugar adonde llegan los vehículos que entran desde Chile, pasando por la frontera. Controlar la frontera es lo importante. A pocas horas del espectacular operativo, los contrabandistas han encontrado otros caminos para sus vehículos, sin pasar por Challapata.
San Germán es el lugar donde se reúnen los traficantes de la droga que se fabrica con la materia prima producida en el Chapare. Ahora, la droga pasará por otros caminos, evitando San Germán. Por lo tanto, lo importante es acabar con los cultivos ilegales del Chapare, es decir todos los cocales de la zona.
El hecho de que el país esté viviendo las secuelas de una batalla que los cocaleros del Chapare libraron contra el Estado boliviano hace diez años, con la ayuda de una grave crisis provocada por los bajos precios de nuestras exportaciones, no tendría que ocultar que se trata de una guerra en que está en juego el país. Una guerra que no ha terminado.
Este gobierno tendrá que cambiar mucho si quiere enrolarse en esta guerra para luchar del lado de Bolivia.
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