La noticia de perfil
Una de las características que más admiro en mi pariente espiritual cochabambina es la de vivir intensamente todos y cada uno de los acontecimientos que suceden diariamente en nuestro convulso país, mientras aquéllos me conducen a unas reflexiones filosóficas e históricas que no sirven para nada.
Para ilustrar mejor tal hecho, les cuento que durante la semana que concluye, mi comadre Macacha vistió de luto por los muertos en lo que ella llamó “la Batalla de Challapata” librada entre las Fuerzas Armadas de Bolivia, la Policía Boliviana y el Control Operativo Aduanero (COA) frente a unos contrabandistas de “autos chutos” que habían hecho de Challapata su taller y garajes para el reacondicionamiento de sus vehículos.
Al conocerse las primeras informaciones acerca de esa acción bélica, la cholita cochabambina llevó luto por las víctimas y trató de llevarme con ella a testimoniar nuestro duelo al mundo de contrabandistas que es inmenso en La Paz y en todas las ciudades y pueblos de Bolivia.
Rehusé acompañarla, explicándole que algunas altas autoridades me miran con malos ojos y yo sentía miedo de ser acusado por ellas de “apología del delito”, lo que podría ocasionarme treinta años de cárcel en Chonchocoro y sin derecho a indulto.
Mi comadre no compartió bien mi explicación y dijo dándome la espalda que yo era un periodista maricón, que es lo que llaman las cholas a los cobardes.
La dejé que se fuera con la seguridad de que volvería, lo cual sucedió después de algunas horas, contándome que había conversado con centenares de contrabandistas, pues en La Paz son miles y en Bolivia son millones, ya que el contrabando forma parte de nuestra cultura nacional.
Al escuchar esa verdad me acerqué a la cholita enlutada para reconciliarnos, y ella aceptó de inmediato, adelantándome la noticia de que esa noche del viernes estábamos invitados a una sesión de honor y baile fúnebre en el ‘naiclú’ “Malena” en recuerdo de la Batalla de Challapata.
Sentí curiosidad periodística para saber cómo es un baile fúnebre, y la cholita que es una marisabidilla, me respondió: “sólo bailaremos cumbias, que es un baile de funeral donde cada danzante lleva una vela encendida, según los eruditos”.
La sesión fue solemne y uno de mis amigos yatiris comunicó que solicitaría al presidente Evo el ascenso a Mariscal de Challapata del general Gandarillas, actual Comandante en Jefe, por su meritoria victoria frente a los contrabandistas de autos chutos, honor militar que también se extenderá a la meritoria y valiente presidenta de la Aduana Nacional, la señora Marlene Ardaya, sugerencias que fueron aprobadas sin tomar en cuenta los votos disidentes de mi comadre cochabambina y el mío, por lo que preferimos sumergirnos en las delicias del baile fúnebre, que encabezamos con nuestro habitual entusiasmo de fin de semana.
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