Con ánimos caldeados

La selección de Chile realizó ayer una sesión matutina de entrenamiento a puerta cerrada y sin atención posterior a la prensa, lo que mantiene el hermetismo que ha rodeado al equipo desde la derrota frente a Ecuador del viernes pasado.

La Roja prosiguió la preparación del partido contra Argentina con un entrenamiento de poco más de hora y media en el complejo deportivo de Juan Pinto Durán.

Tras la práctica, el seleccionador Claudio Borghi dio la tarde libre a sus jugadores, que abandonaron el lugar con el compromiso de regresar por la noche.

A falta de noticias desde la cancha o la sala de prensa, lo más destacado sucedió en el exterior del complejo deportivo, donde los hinchas expresaron su disgusto con la selección con rayados en los muros y lanzando huevos.

Las paredes del recinto aparecieron con pintadas que piden la salida del técnico argentino e incluso del presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP), Sergio Jadue.

Además, un reducido grupo de seguidores llegó sobre el mediodía a la puerta del complejo y lanzó una docena de huevos en la entrada, mientras uno de ellos portaba un cartel que decía “Vergüenza nacional”.

La derrota por 3-1 en Quito ha encendido los ánimos de los aficionados, que criticaron con dureza al equipo y al entrenador a través de las redes sociales y los medios de comunicación.

Algunos diarios incluso dan por hecho que Borghi dejará el banquillo de Chile si mañana no gana a la albiceleste y su equipo ofrece un juego convincente.

Tras liberar a los tres jugadores sancionados para el cotejo de mañana (Pablo Contreras, Osvaldo González y Arturo Vidal), Borghi llamó a Igor Lichnovsky y Sebastián Martínez, ambos de la Universidad de Chile, para que se sumen a la convocatoria.

Chile es quinto en las eliminatorias con 12 unidades, cinco menos que Argentina, líder del grupo.