Un notable aspecto de la actual economía boliviana es la migración de cientos de ciudadanos al exterior y especialmente a España, durante el último sexenio. Ese éxodo de bolivianos a la península ibérica tuvo enorme crecimiento con motivo de la política económica populista de recientes gobiernos españoles, que a la larga provocó la crisis por la que atraviesa ese país europeo, la misma que causó el desempleo del 25 por ciento de la población activa y un estado próximo a la bancarrota, que ha hecho tambalear a la zona del euro.
La migración de ciudadanos bolivianos a España alcanzó a alrededor de 400 mil personas, en particular trabajadores rurales y urbanos, clase media y profesionales, gran parte de ellas mujeres. Se produjo principalmente la fuga de mano de obra barata que fue recibida en España con agrado por la austeridad y el espíritu de sacrificio del hombre boliviano, capaz de ganar poco y trabajar mucho, con paciente resignación, en un medio en el que no podía reaccionar y carecía de respaldo familiar.
El beneficio que recibió España de Bolivia en ese tiempo, en lo que se refiere a la mano de obra boliviana, fue tan grande (guardando las distancias) como el que obtuvo durante el tiempo del coloniaje en plata y otros minerales sin que, por supuesto, nuestro país reciba la retribución respectiva. Esta última contribución humana de los bolivianos a España no recibió, además, la contrapartida correspondiente de parte de la metrópoli, excepto algunos mezquinos ofrecimientos oficiales que, por lo demás, no se cumplieron en la mayoría de los casos.
En cuanto se refiere a nuestro país, la migración de una masa humana tan grande a España fue de notable beneficio, aunque únicamente para el Gobierno actual, que vio que ese país europeo absorbía una voluminosa población de desempleados que, de otra forma, habría creado en nuestro país grandes dificultades en momentos en que crecía el desempleo y caían los salarios. En realidad, la solución del problema de los desocupados bolivianos que enfrentaba el país fue solucionado por el anterior gobierno de Madrid.
Por otro lado, los emigrantes bolivianos a España dieron algún alivio a la economía nacional mediante el envío de remesas que desde hace seis años pasan en total de cinco mil millones de dólares, a razón de 500 millones de dólares al año, remesas que siguen llegando y que sólo en el presente año significaron el 4.34 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia y, al mismo tiempo, engrosan las Reservas Internacionales Netas (RIN).
Finalmente, se debe remarcar que el aporte en esta época de Bolivia a España en mano de obra y trabajo, pese a su alta importancia y valor, no fue objeto de la atención del Gobierno boliviano, que se limitó a aplicar su política de dejar hacer y dejar pasar en relación con el elevado grado de explotación de que eran objetos nuestros conciudadanos, y a aplaudir el envío de remesas que servían para engrosar sus reservas internacionales.
Para concluir, es necesario remarcar que la “apertura” de España hacia Bolivia, en cuanto a emigraciones humanas se refiere, fue de enorme significado para el actual Gobierno boliviano, que pudo afirmar en esa forma, que había resuelto “con éxito” el problema del desempleo en el país.
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