¡La alegría no es solo brasilera!

Estas son las ocasiones en las que preferiría, si me dieran la oportunidad, no plasmar mis pensamientos en esta columna; en realidad si lo decido no escribo; pero hay que ser justos y dar al César lo que es del César. Antes que esto se mal entienda les explicaré porque no me gusta escribir luego de victorias tan claras y contundentes y le aseguro que usted me entenderá sobre el pucho.

Como soy curioso, antes de utilizar una palabra que me genera cierta duda, lo primero que hago es recurrir al diccionario de la Real Academia Española y me sorprendí muchísimo al confirmar que la palabra EXITISTA no existe, no figura, nothing, naranjas, nuay. Reviso un poco en la Web y encuentro escritos publicados en revistas, periódicos como Clarín de Buenos Aires y veo que se utiliza con total normalidad; inclusive algunos sitios dan definición y todo como adjetivo, otro como argentinismo y qué sé yo, cuando en realidad en el mejor de los casos se clasificaría como un neologismo, es decir un vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua, que de acuerdo al uso, termina después de mucho tiempo siendo aceptada por la Real Academia como cientos o miles de palabras que continúan enriqueciendo nuestra lengua. En esta búsqueda es que me percato de mi pérdida de tiempo.

Pero bueno, la idea es explicarle porque no me gusta comentar partidos como el de ayer. El punto es que, como somos tan extremistas en nuestro análisis y sentimiento futbolero, cualquier opinión, sea clara, precisa o torcida, termina perdiéndose o quemándose en las llamas de los sentimientos del momento.

Son los peores del mundo cuando pierden, pero peores en serio, no llegan a ser la mosca de la bosta del caballo de relevo del bandido. Cuando empatan, lo primero que escuchamos “es nuestra realidad nomás”, cuando se gana todo es color de rosa, lleno de pajaritos, mariposas, cascadas de aguas cristalinas, arco iris, todos nos prestamos plata, a las mujeres no les duele la cabeza, impuestos internos no te cobra, todos tienen talento, el técnico es una mezcla de Ferguson con Guardiola y Mourinho. Creo que por la euforia se pierde la objetividad, hay momentos en que creo que está bien dejar de ser objetivos, críticos y analíticos para dar rienda suelta al disfrute de buenos momentos, para que simplemente fluya la alegría de la manera más natural, es como tratar de explicar en una pizarra y con tiza en mano un orgasmo, se puede intentar, pero sabiendo que el porcentaje de fracaso es altísimo.

En situaciones como la de ayer me doy una (creo) merecida licencia, la misma que me permite excusarme de analizar y me abre por lo menos un tiempito la posibilidad de disfrutar con el puño apretado, el grito que me deja ronco, la sonrisa de oreja a oreja, el aplauso y los brazos en alto.

Tendremos varios meses para discutir sobre lo que usted quiera sobre posibilidades, realidades, opciones y rivales, tomaremos la calculadora y lo acompañaré a divagar un rato.

El aquí y ahora nos dicta, nos obliga, nos conmina a…disfrutar bonito.