Algunos ciudadanos rechazan su estadía en la urbe.
Al igual que en las capitales principales del país, la urbe alteña se ve, paulatinamente, llena de artistas extranjeros que muestran sus talentos en las principales calles de la ciudad, en algunos casos se enfrentan a la incomprensión de los ciudadanos que no aceptan su estilo de vida.
Estos hábiles jóvenes, en muchos casos, buscan también momentos para enseñar parte de su muestra artística a varios niños alteños con el propósito de que la función continúe a través de ellos.
Muchos de ellos caminan vestidos con prendas de los colores del arco iris, dejando a un lado del camino su voluminosa mochila para tomar las pelotas con las que muestran su arte, lanzándolas al aire comienza el show.
Christian, uno de los artistas que trata de ganarse la vida en El Alto, aprovecha el alto en el semáforo para pararse en medio del paso de cebra y avienta las pelotas de tres en tres al aire intentando que no se le caiga ninguna, de vez en cuando, una rueda por el piso y sus mejillas se ruborizan más que la luz roja de la señal de tránsito.
Como él, hay decenas de artistas callejeros que se apoderaron de las principales avenidas de la urbe para deleitar a los conductores y pasajeros con las destrezas de los malabares.
La mayoría de ellos son mochileros, viajeros que vienen de países de este y otros continentes en busca de aventuras. Ellos se caracterizan por romper varias reglas establecidas por la sociedad, desde su atuendo extravagante que no combina hasta sus largos rizos.
“En realidad muchos nos critican porque no seguimos las costumbres del común de las sociedades, visité Ecuador, Chile, Argentina y ahora Bolivia y en todos estos lugares me choqué con personas que piensan que si uno no tiene un trabajo donde le responde a un jefe, si uno no viste como ellos esperan que vista o si no encuentra la plenitud de la vida con una esposa e hijos está loco, cuando los locos son aquellos que viven a través de las experiencias de los demás, es decir, que no se ocupan de su felicidad sino de la infelicidad del resto”, señaló Florencia Giraldo, malabarista, turista, mochilera y ciudadana argentina.
Sin embargo, ellos afirman que sus opositores representan a la minoría de las personas que conocen, el resto, según ellos, disfruta viendo su rutina.
“Por suerte, una gran parte de la población además de respetar aprecia nuestro espectáculo, si es que no nos colaboran con unas monedas, por lo menos nos regalan una sonrisa y con ello nos sentimos realizados”, aseveró Christian de Buenos Aires.
El concepto de riqueza que tiene el joven de 26 años no está representado por billetes ni por joyas de oro, él se siente millonario cuando mediante su expresión artística puede conseguir el dinero suficiente para continuar su camino hacia el siguiente país.
“Es otro aspecto que muchos no entienden, para ellos es importante demostrar el dinero que poseen mediante una ropa elegante, un celular de última tecnología, lo que simplemente es material perecedero, mientras que los recuerdos que guardamos de los lugares que visitamos y lo que aprendemos se queda grabado en nuestra memoria para siempre, ¿qué es más valioso, algo que se esfuma o algo que perdura por toda la eternidad?”, agregó el viajero.
Por otro lado, ellos, al igual que el resto de las personas, en algún momento de su vida fueron víctimas de un mal que ataca a todas las sociedades sin excepción, la delincuencia.
“No comparto, pero puedo entender que la necesidad obligue a que algunos hurten, sin embargo, para mí fue un daño, en la plaza San Francisco me robaron una mochila, no entiendo que ganaron robándome un par de prendas y unos palos que utilizo en mis actos, para mí eso es hacer daño”, aseveró Christian.
Y aunque estos muchachos no demuestran o no aparentan poseer mucho dinero ni bienes materiales, al parecer hay algo en su manera de vivir que atrae a algunos niños alteños.
Con la inocencia que caracteriza a los niños de El Alto, muchos de ellos se fueron convirtiendo en fieles testigos de sus actuaciones en las calles y también decidieron aprender algunos trucos de malabarismo.
“El chico de la esquina nos enseñó varios trucos pero aún tenemos que practicar”, aseveró Luis Ticona, menor de 11 años.
“Es que ellos quisieron aprender, pero no sólo les compartí mis trucos, también les enseño cómo reciclar y algunas formas de contribuir con el medioambiente”, indicó Christian.
En algún momento, los malabaristas continuarán con su viaje hacia el siguiente destino, sin embargo, llegarán otros que también formarán parte del paisaje urbano de El Alto, más aún si los niños que aprendieron los trucos toman este oficio como serio para ganarse la vida.
Por su parte, algunos ciudadanos, señalan que la actividad que ellos realizan en las calles no es de beneficio para ninguna sociedad.
“Me parece que no tiene ningún provecho, es más tanto tiempo libre para ellos puede convertirse en un pretexto de introducirse al mundo de las drogas y la delincuencia, para mí ellos dan un mal ejemplo a los jóvenes de nuestra ciudad. Es necesario que los jóvenes se tracen una meta y trabajen por alcanzarla, ellos creen que la juventud les durará para siempre cuando tendrían que estar construyendo los cimientos de su futuro”, opinó Quintín Olivera, ciudadano alteño.
Sin embargo, también hay ciudadanos que se compadecen por su forma de vida asegurando que necesitan la ayuda que con algunos centavos ofrecen los pobladores.
“Creo que no le hacen daño a nadie actuando un momento en las vías, sólo distraen por unos instantes a los chóferes en su estresante labor,s mientras no se dediquen a robar hay que apoyarlos, pienso que darles unas monedas no empobrece a nadie”, expresó Luciana García, vecina de El Alto.
Portada de HOY |
1 Dólar: | 6.96 Bs. |
1 Euro: | 8.96 Bs. |
1 UFV: | 1.78545 Bs. |