FUNDACIÓN DE LA PAZ

Lo europeo e indígena vive en cada uno de los paceños



En La Paz se conservan aún varias tradiciones heredadas de la conquista española que con el paso del tiempo sufrieron algunas mutaciones, no fue una superposición cultural, tampoco una imposición, bien se podría decir que se trazó una yuxtaposición de costumbres de manera que el paceño de hoy recibe parte del español y parte del indígena Esta fusión se consolidó después de la insurrección del 16 de julio de 1809 y la conservamos hasta nuestros días.

El historiador Jorge Alberto Monje señala por ejemplo, las octavas de las fiestas populares. Asegura que en los pueblos de España se acostumbra -aún hoy en día- a celebrar las festividades durante ocho días seguidos, con abundancia de bebida y comida, tradición que ha sido asumida por los paceños en las llamadas prestes.

Otro de los tantos rasgos fusionados es la costumbre de tomar ponches, tradición que comenzó un poco después de la insurrección del 16 de julio de 1.809, habiéndose enraizado en el pueblo como un aditivo de las acostumbradas verbenas. El ponche está hecho en base al singani (bebida alcohólica extractada de la uva), té y canela, con una rodaja de limón; otra de las variaciones de la preparación contiene vino con canela, mientras el llamado sucumbé, que es una variedad más del ponche, lleva leche, huevo, singani, canela y azúcar a gusto. La bebida es saboreada en lugares céntricos para combatir el frío de las noches de La Paz. Monje también se refiere a la costumbre paceña de la peregrinación al Santuario de la Virgen de Copacabana en Semana Santa, lugar religioso se encuentra ubicado en la población del mismo nombre a orillas del lago Titicaca. Los creyentes realizan la travesía caminando desde la ciudad hasta el lugar, propósito que demanda dos a tres días para alcanzarlo. Los peligros que se encuentra en el camino son asumidos por el peregrino como la penitencia por los pecados cometidos durante el año.

Desde el siglo pasado se implantó la costumbre, en el periodo de Cuaresma, de realizar caminatas hasta la iglesia de Obrajes desde el centro de La Paz, replicando lo que se hace en varias poblaciones españolas. Tal vez, la muestra más fuerte de este híbrido español indígena es la celebración de la feria de la Alasita (cómprame) que es practicada por los paceños cada 24 de enero. Relatos ancestrales indican que la costumbre nació durante el cerco a La Paz, que fue liderado en 1781 por Túpac Katari, cuando los habitantes de la ciudad le rendían homenaje a un diosecillo aymara (Ekeko) que les debería dotar de alimentos para que no mueran de inanición.

De acuerdo con esta tradición, fue el Ekeko el que trajo la abundancia en medio de la trágica situación de esa época, por lo cual la gente-hasta nuestros días- le rinde culto y compra representaciones en miniatura de sus deseos a las doce del mediodía del 24 de enero, a la espera de que las miniaturas se materialicen en hechos reales. Otras tradiciones fusionadas, no menos importantes, son los paseos a El Prado, las citas de enamorados en el Montículo de Sopocachi, las farándulas de carnavales y la costumbre de asistir a la retreta del domingo en la plaza Murillo. Entre las prácticas gastronómicas fusionadas en La Paz existe una gama de delicias que identifican a nuestra zona, por ejemplo, tradicionales restaurantes recomiendan entre sus especialidades el plato paceño, la sajta de pollo, el ají de lengua, anticuchos, fricasé, salteñas, chicharrón, lechón al horno, fritanga, thimpu, lawa de chuño, wallak’e, chairo, jak’onta, que son precisamente platos de la tradición paceña aymara y mestiza, con toque europeo.

 
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