Si para los fisiócratas la tierra es de quien la trabaja, para el paceño, Cotel es de quien la aprovecha.
Para explicar el estado vegetativo en que se encuentra esta entidad no es necesario remitirse al pasado, bastará señalar que hace nueve años, la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transporte (ATT) le impuso una multa de Bs. 72 millones. Este año intervino sus cuentas bancarias, actualmente pesa sobre la cooperativa una orden judicial de manera que están anotados preventivamente sus bienes, vehículos, acciones y derechos.
Como si fuera poco, los trabajadores instalaron piquetes de huelga e inmediatamente fueron despedidos por el nuevo Gerente General. Las culpas van y vienen, cada quien echa la culpa al otro y para que el enfermo se vaya a la tumba sólo faltaría que los abonados dejen de pagar sus mensualidades.
Todos se han convertido en dueños de esta empresa, todos reclaman su alícuota, menos sus verdaderos dueños a quienes, en la navidad pasada, los trataron como a pordioseros al obligarles a hacer una larga fila para repartirles un mísero panetón, cuyos fondos salieron, de manera inconsulta, de los fondos de la entidad y la manejaron a su libre albedrío eventuales administradores de esta entidad.
Los verdaderos dueños de la empresa se limitan a ver esta caricatura porque las veces que los convocan no asisten a reuniones; menos de la mitad asiste a los actos eleccionarios, de manera que unos cuantos socios aprovechan el ‘no me importismo’ de los dueños para tomar el botín, cada vez más flaco.
Los del sindicato forman una sólida alianza con los administradores de la empresa cuando les conviene, otras veces se convierten en sus opositores hasta que satisfacen sus demandas, de manera que Cotel es la mejor expresión de la torre de Babel, donde el único idioma que unifica a sus miembros es el dinero.
Hasta que el enfermo deje de existir siempre habrá alguien que trate de succionarle la última gota de sangre (léase extraer dinero). Alguien debería hacer un recuento de la lista de sinvergüenzas que lucraron gracias a esta entidad paceña.
Al resto, a los que pagamos entre $us 1.200 y 1.500 dólares por cada acción sólo nos queda mirar desde afuera y arrepentirnos por dejar pasar las cosas.
Ernesto Murillo Estrada es editor general de El Diario
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |