La Fundación de La Paz se produjo 18 años después que Francisco Pizarro y Diego de Almagro en la lejana Tumbes (hoy Perú) decidieron resolver sus disputas personales y, atendiendo órdenes del rey, emprendieron la conquista por separado: el primero partiendo hacia el norte y el segundo hacia el sur, de manera que la codicia por el oro no contradiga los principios de la evangelización en aquel proceso de conquista de nuevas tierras, empuñando la cruz y la espada, con la misma mano y con el mismo rigor.
Con la imagen sagrada de Dios, los conquistadores marcharon con la decisión de ocupar y evangelizar, unidos por el poder que recibieron del Papa los Reyes Católicos, sin diferenciar los mandatos y principios que rigen lo divino y lo profano. En ese marco, el 20 de octubre de 1548 dieron solución a sus diferencias y superaron un estado de confrontación y guerra civil, fundando la ciudad en lo más alto de los territorios conquistados: Laja. Con el nombre de La Paz, y evocando su gran voluntad, escribieron aquel epígrafe que rige desde hace 464 años: “Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron y pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”.
En este afamado territorio, por ser escenario del más grande imperio y de significativa historia que trasciende en el continente, nació la ciudad y se consolidó un Estado con el respaldo de su enorme riqueza natural, el más impresionante bagaje de su cultura milenaria y el inagotable cultivo de sus tradiciones y leyendas, cuyas profundas raíces, hasta hoy cultivadas con esmero y dedicación, constituyen huellas históricas indestructibles.
Este 464 aniversario encuentra a La Paz y sus habitantes sin el aliento que otrora la convirtió en el símbolo de la libertad, la dignidad y los cimientos de Patria y que, en todo tiempo, escribiera los hitos fundamentales de la construcción de Bolivia.
La Paz, en ese cuadro, comienza a experimentar un proceso de postergación, de inexplicable caída, dejando de ser generadora de las variables macro económicas, cediendo su posición de vanguardia, en cuanto a crecimiento y dinamismo productivo de bienes y servicios, a otros departamentos de Bolivia. En concreto, la región enfrenta un prolongado periodo recesivo, sin iniciativas ni el necesario respaldo del poder central.
El territorio del Departamento de La Paz es comparado con la geografía de Bolivia, cuyas características trascienden al mundo, como la síntesis geográfica del planeta, por su enorme riqueza natural combinada con sus paisajes de extraordinaria belleza y biodiversidad que impresiona por sus pisos ecológicos que van desde las gélidas montañas, su extenso altiplano, los húmedos valles y yungas, para terminar en lo profundo de su selva amazónica.
La Paz quedó, sin embargo, estancada por la inercia de sus autoridades y la indiferencia de sus habitantes, quienes circunscriben sus aspiraciones a cinco proyectos que vienen desde los años 40: el complejo hidroeléctrico de El Bala, la planta azucarera de San Buenaventura, la marcha al norte, exploración y explotación de petróleo y la construcción del Teatro Lírico, la que en el presente se hace imposible en el sitio para el cual estaba diseñado.
Sesenta años después de la proposición de aquellos megaproyectos que en su tiempo hubieran significado anheladas transformaciones y un acelerado desarrollo económico social de La Paz y, por ende, de Bolivia, el civismo paceño sigue con ese discurso, sin pensar en otras obras más prácticas y menos costosas que generen el bienestar de sus habitantes.
Las nuevas iniciativas deberían centrar su atención en el futuro y en temas vinculados con agua, alimentos, minería, petróleo, turismo, pero, además, a la solución de los conflictos urbanos que hoy agobian a las ciudades de mayor crecimiento demográfico, como son El Alto y la propia La Paz.
En cuanto al futuro problema del agua, del cual tanto se habla en el mundo, es importante comenzar a pensar en soluciones. Por ello se considera importante crear una cadena de lagunas de altura mediante sistemas artificiales, como son las represas de control de aguas. De esta manera se construiría la infraestructura necesaria para crear reservorios que generen micro climas, factores de evaporación y se controle los deshielos que ahora sólo alimentan a los ríos y dejan sin riego a las tierras productivas.
Como esta iniciativa se puede elaborar otras y no precisamente sobre “megaproyectos” que vayan a los archivos del olvido.
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