Pasada la época en la que se afianzó la independencia del Bajo y Alto Perú, el Libertador tenía alrededor de 40 años, la edad en que se manifiesta la superioridad del hombre, la edad de la ambición, manifestaba Bolívar.
De los vascos españoles, la raza de los gigantes de la montaña, heredó Bolívar aquella asombrosa fortaleza física que le permitió recorrer a caballo, durante 14 años de guerra, los desiertos y montañas de América.
Desde niño se revela en él un espíritu voluntarioso y tenaz, travieso, voluble, burlón, aficionado al deporte, buen jinete, hábil nadador, diestro esgrimista, bailador incansable, gusta vestirse con elegancia, y hablar con desenfado.
Ya joven se lo ve en Europa, Madrid, París, Londres, Viena y Lisboa, derrochando ingenio y fortuna, dotado de viva inteligencia, aficionado a placeres mundanos, gustaba del lujo, el juego y las mujeres.
Por mujeriego en Londres suscitó un gran escándalo, lo mismo en Jamaica, es conocido que uno de sus fracasos militares, el de Ocumare, fue por culpa de una mujer, cuyos encantos no dejaron salir a Bolívar, atrasando la batalla.
En contraposición a ese lado mundano de Bolívar está ese otro de las grandes batallas decisivas, del pensador, legislador, sociólogo de la Carta de Jamaica, del discurso del Congreso de Angostura y la Constitución de Bolivia.
Qué mejores biógrafos que sus Generales, más extranjeros que americanos, que han vivido con él, y lo han visto y tratado de cerca.
Perú de Lacroix nos dice: “La estatura de Bolívar era mediana, el cuerpo delgado y enjuto, los muslos y las piernas descarnados, la cabeza larga, ancha en la parte superior y muy afilada al inferior, la frente ancha, surcada de arrugas; el pelo crespo abundante y mezclado con canas, sus ojos que no han perdido el brillo de la juventud, la nariz proporcionada y bien plantada, la boca fina y saliente el labio inferior, la risa agradable”.
El general O’Leary, el mas fiel de sus edecanes, dice: “Trabaja meciéndose en una hamaca, o paseándose las más de las veces a largos pasos; dictaba hasta a tres amanuenses a la vez, los despachos oficiales y las cartas; dotado de prodigiosa memoria, conocía no sólo a todos los oficiales del ejército, sino a todas las personas notables del país donde estuviere”.
El General Miller, legionario inglés, uno de los héroes de la independencia, escribe: “Bolívar es un jinete muy fuerte y atrevido, capaz de resistir grandes fatigas, sus maneras distinguidas y sin afectación, su imaginación y su persona son de una actividad maravillosa; cuando no está en movimiento está siempre leyendo, dictando cartas, habla elocuentemente en casi todas las materias, aunque desinteresado en extremo concerniente al dinero, es insaciable codicioso de gloria”.
Dicoudray Holstein señala: “Había adquirido en el curso de sus viajes aquel hábito mundano y aquella cortesía y suavidad de maneras que lo distinguían y que tan atractiva influencia ejercieron sobre cuantos lo trataron, era generosísimo y se preocupaba muy poco por el dinero, le vi a menudo vaciar su bolsa y darle el último doblón a cualquier oficial que le pedía”.
El francés Roullín, quien personalmente lo trató en Bogotá en 1828, apunta que el perfil del Libertador es enteramente vascongado y griego, principalmente por el corte del rostro, la pequeñez de la boca, la amplitud de la frente y la rectitud de la nariz, era Bolívar de lenguaje rápido y su réplica pronta en la conversación, irónico por excelencia.
Según J.A. Cova: “Bolívar: hombre de pensamiento, discurre sobre historia, literatura, arte, bellas letras, filosofía, política, diplomacia, ciencias económicas y administrativas; le son familiares los clásicos griegos y latinos, cita en su correspondencia, discursos y artículos de prensa a Plutarco, a los comentarios de César, a Voltaire, Racine, Moliere y Rousseau, ha leído en italiano a Dante y Alfieri, y a los clásicos españoles, teniendo en el Quijote, como él lo llamaba: su obligada biblia caballeresca”.
Su República es la de Augusto Comte, más aún cuando algunos de los elementos de su Constitución Boliviana se hallarán mas tarde en la Reforma Intelectual de Ernesto Renán.
El francés Valery Larbaud con razón y justicia escribió: “Nadie puede compararse a Bolívar como hombre de acción en el Siglo XIX; y como hombre de pensamiento iguala a los más grandes hombres: Prodhon, Augusto Comte y Karl Marx”.
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