Un verdadero mercado de oferta y demanda se dinamiza en el Cementerio General. Ciudadanos que no tienen trabajo fijo impulsan el negocio de arreglar las tumbas.
Al menos cincuenta familias que durante todo el año no cuentan con una fuente laboral regular esperan la festividad de Todos los Santos para realizar el trabajo informal de limpiar nichos en el Cementerio General de La Paz.
Según el administrador Willy Guayta “el trabajo de limpieza y arreglo de nichos es una ocupación informal a la que se unen muchas personas – especialmente desocupadas- en esta época del año”.
Sin embargo, aseguró que la dependencia que administra, “está en obligación de registrar a trabajadores independientes o sociedades familiares y grupos que ingresan al camposanto con el objetivo de realizar labores de limpieza o albañilería”.
“Es muy importante el precautelar la seguridad de las personas que tienen a sus difuntos en este recinto. Como administradores no podemos privarles del trabajo a los eventuales, pero tampoco podemos descuidar la infraestructura, por eso revisamos y autorizamos los trabajos que se efectúan, especialmente en los mausoleos”, aseguró.
Guayta hizo una distinción de trabajadores: el grupo que habitualmente realiza el servicio y los fortuitos que se suman para la época de Todos los Santos, que llegan hasta 50 familias, aproximadamente.
Los servicios requeridos son: la limpieza de nichos, cuya tarifa es de Bs. 5, dependiendo la ubicación de la tumba, mientras más alta más precio porque a veces se precisa escalera para alcanzar la lápida.
Otro de los ofrecimientos es el acarreo de agua, porque las escasas piletas con que cuenta el camposanto están alejadas de algunos cuarteles, este trabajo está encarado por los niños, que cobran entre Bs. 1 y hasta donde llegue “el cariño” de las personas, según dijo uno de los obreros.
También se cotiza la faena de acuerdo al material que utiliza en la mano de obra. Algunos usan el “brazo” que es un químico para hacer brillar metales. En este caso el precio sube de Bs 15 hasta Bs 30 y más aún si el marco de la lápida está ensarrado.
Los trabajos de albañilería son diversos, desde el revocado con estuco hasta la recomposición de partes de los pabellones o mausoleos, dependiendo también de la ubicación y el tipo de obra, se llega a cobrar hasta Bs. 200, “más aún si tiene el visto bueno de la administración del cementerio”, dijo uno de los trabajadores.
EL DIARIO evidenció que existen familias hasta de seis miembros que dedican todo su tiempo a trabajar en este servicio.
Es el caso de los Magnani, el padre es albañil de trabajos grandes y cuenta con la ayuda de Marco, su hijo mayor. La madre se dedica a limpiar tumbas con la ayuda de Martha, la hija más grande, Luis y Analía de 8 y 6 años se ocupan de acarrear agua y también de “rezar”; un plus por el que a veces cobran en masitas de la mesas de los difuntos o en dinero.
TESTIMONIOS
ALFREDO CHAMBI (14 años)
“Trabajo desde el año pasado, mi papá me ha traído y me enseñó, el 2011 nos ha ido muy bien, espero que ahora podamos ahorrar un poco más de dinero, porque tengo que ahorrar para mis clases el próximo año. Me gusta ayudar a las personas, sobre todo cuando me dicen que tengo que subir al tercer piso o cuarto (de los cuarteles de tumbas), esto me parece una aventura. El año pasado vine con mis hermanitos y mi papá, nos tocó distribuirnos, a mí me contrató una señora para que suba a la última fila pero me daba miedo y me caí (se ríe), pero ahora ya sé; vamos a trabajar entre dos para que no me lastime como la otra vez”.
CARMEN CHIRINO (16 años)
“Hace mucho tiempo mi madre falleció, ahora me hago cargo de mis hermanitos, por eso tengo que trabajar. Mi tía vende flores en la puerta y ella me dijo que se ganaba bien ayudando a las señoras a limpiar sus nichos, por eso me he animado a comenzar con este servicio, pero a veces me siento un poco triste porque las personas sufren por sus muertos y yo me acuerdo de mi pérdida y de cómo lloré cuando se fue mi mamá. Lo peor es que sacaron su cuerpo de la tumba porque no pudimos pagar la ampliación del alquiler del espacio, ahora no sabemos dónde está.”.
JORGE APAZA (25 años)
“Ya son cuatro años seguidos que vengo a trabajar acá, quisiera venir todos los días pero a veces se me presenta trabajos extras y prefiero ir ahí porque tengo una niña pequeña que necesita cuidado. Tengo que trabajar mucho, pero cuando vengo a limpiar y a refaccionar algunos nichos me pagan bien no más, a veces la gente no acepta las tarifas pero el material es un poco caro y no nos queda mucho. Pero igual sigo trabajando, además que la gente se dedica hace años a esto, es un poco celosa y no me quieren aceptar, se molestan cuando me contratan, de la misma forma, por las mañanas vengo y me quedo hasta las tres de la tarde, después me voy a trabajar a otro lado; pero para el 1 y 2 de noviembre estaré todo el día”.
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