La frase del título fue expresada por lo menos por dos presidentes de Bolivia sobre la producción de gas y su exportación. Este rubro se lo cubre hasta ahora con las ventas al Brasil y Argentina; criterios u optimismos sobre mayores cantidades de gas entran en el campo de la utopía, especialmente porque, en primer lugar, está muy lejana la provisión general para uso domiciliario y, por otra parte, para reemplazar a la gasolina en servicio automotor público.
Lo grave de esta situación es que, pese a todos los anuncios desde hace varios años, aún no se cuantifica las reservas que podamos tener y, cuando se da cifras, son aproximadas; entonces, cómo se puede calcular las posibilidades para la exportación especialmente si, de entrada, habría el compromiso para incrementar los volúmenes de venta a la Argentina.
¿Cuál sería el resultado si no podemos cumplir los contratos con la Argentina? ¿Se ha hecho cálculos sobre las multas que se debe pagar y, además, qué reacciones a nivel internacional habría si nuestro país no cumple con los contratos? ¿No despertaría en el Brasil susceptibilidades por el incumplimiento con el otro comprador?
Haber creído que poseíamos grandes reservas de gas sin que nadie se moleste para establecer verdades, nos ha ocasionado serios problemas: uno de ellos que no hayamos podido atender los requerimientos de algo que se perfilaba como gran industria, los cuantiosos recursos de hierro del Mutún que debían ser explotados por la empresa Jindal que requería diez millones de metros cúbicos diarios de gas y que el Gobierno le ofreció sólo 2,5 millones o sea el 25% de lo que necesitaba para empezar operaciones.
Por otra parte, la Empresa Siderúrgica del Mutún tampoco podrá iniciar trabajos mientras no se le provea la cantidad de gas que necesita. Esto implica que algo tan preciado y necesario, como es la explotación del hierro del Mutún desde hace muchos años, no será posible, quedando el país con la rémora de haber firmado contrato con la Jindal y no cumplir los compromisos. Grave situación que nos deja malparados ante la comunidad internacional porque la empresa hindú no se quedará callada por su fracaso en Bolivia y será, de todos modos, la muestra de que nuestro país no puede cumplir sus compromisos con importantes inversionistas.
Hay que convenir, sin embargo, en que el Gobierno se basa en las exportaciones de gas y el dinero que recibe para solventar planillas de sueldos por los miles de militantes que ha contratado y que sólo son consecuencia de favoritismos del partido gobernante; en otras palabras, el gas que se vende sirve sólo para atender las obligaciones del Gobierno, que le permiten gozar de apoyo y solidaridad de quienes lo apoyan incondicionalmente.
La verdad es una y preocupa: no hay gas suficiente para atender las necesidades internas y menos habrá para nuevas exportaciones mientras no se encuentre las reservas anunciadas con tanta pompa hace años. Lo correcto será que YPFB, en conjunción con las petroleras que aún operan en el país, emprenda labores de prospección y exploración para encontrar nuevas napas gasíferas y no hacerlo implicará que estamos resignados con lo poco que explotamos y, felizmente, logramos exportar para cumplir contratos.
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