[Armando Mariaca]

Debilidad o vacío de poder conciliador


Para el pueblo que no posee poder político-partidista alguno, hay una pregunta que se hace a todo nivel, pero que nunca encuentra respuestas: ¿por qué el poder logrado o, mejor, “gustado” por un partido político, implica la práctica de la soberbia? Todo muestra que el poder no sólo enceguece sino que ensoberbece hasta extremos que no caen en mentes conciliadoras de una ciudadanía que siempre espera acciones constructivas y espíritus practicantes de caridad y equidad.

El problema se enraíza grandemente en quienes parece que sólo han perseguido en su vida alcanzar situaciones expectables que impliquen poder. Esos grupos se nota que no han entendido lo que quiere decir el vocablo servir y menos el término o condición de vida que es amar. La acción de servicio está muy por encima de las conductas de gobernantes y su entorno porque con sus actos dan a entender que “le hacen un favor al pueblo” al haber tomado las riendas del poder. En ambas situaciones, se puede atribuir al desconocimiento de saber lo que es el poder político en servicio del bien común.

Gobiernos constitucionales han actuado de consuno con sus intereses y de sus partidos, generalmente para satisfacer ambiciones de grupo, haciendo ostentación de saberlo todo cuando ignoran todo. Gobiernos de facto o auto-elevados al poder de un país en forma ilegal y anticonstitucional, sólo han encontrado cauces de satisfacción a su orgullo y prepotencia mostrando acciones de fuerza como si estuviesen disponiendo de lo que es de su propiedad cuando no son propietarios legítimos ni de lo que “visten y calzan”.

Las posiciones discordantes con la equidad y la ecuanimidad, con la mínima caridad y humildad en la conducta, no son comportamientos para el diálogo y la concertación y no son señales de fortaleza; son, en todo caso, muestras de debilidad y vacío de valores. Son posiciones contrarias a los principios conciliadores y resultan contraproducentes para resolver los diversos problemas que estén para su atención, análisis y solución. Fuerte es el gobierno que sabe conciliar y sentir al unísono los sentimientos del pueblo cuando posee los necesarios méritos en su vida pública y privada como para exigir conductas dignas a quienes cooperan con él y es, en la práctica de su administración, ejemplo para los componentes de la nación.

Así como las riquezas excesivas son -en muchos casos- cimiento de los peores vicios que padece la humanidad y que resultan remedios para muchas enfermedades del cuerpo, con el correr de los años se vuelven contrarias a lo que ese cuerpo puede resistir porque acoge en su organismo los mismos males de los que padecen excesiva pobreza. Esta es realidad que han vivido muchas generaciones en la humanidad, porque la creencia de ser todo por tenerlo todo, no es señal de las calamidades que viven los poseedores de poco y necesitados de mucho. A propósito, Kung Tse (Confucio), decía a sus discípulos: “Quien posee mucho podría dar mucho; pero, quien nada posee, podría dar hasta lo poco que llegue a tener”. Es que la verdad es que las riquezas minimizan los sentimientos y la pobreza agranda lo que permite comprender y amar a los pobres, a los que no tienen pero tampoco viven conflictuados por no tener lo que precisan.

En Bolivia, como en todos los países del Tercer Mundo, pobre y subdesarrollado, vivimos situaciones de pobreza material y también posiciones de miseria moral porque no encontramos respuestas de quienes tienen poder para hacer de la concordia y el amor sistemas de gobierno. Parecería que al obnubilar los sentimientos el disfrute del poder absoluto, se olvida que la pobreza que angustia al pueblo es, más temprano que tarde, un cúmulo de resentimientos y sentimientos contrarios a comprender la urgencia de perdonar, entendiendo que muchas veces la tenencia de riqueza y poder político hace insensibles a sus poseedores.

Pobres y vacíos los gobiernos ilegales que se ufanan de tener poder y disponerlo casi festinatoriamente en detrimento del derecho de los demás. Están vacíos de valores quienes detentan poderes que el pueblo no les dio, porque no saben valorarlos y sólo cuentan con ellos para adquirir más medios de dominio. Son contrarios al bien común, que es la nacionalidad, el conjunto de pueblos y los que esperan pacientemente que se depongan conductas contrarias a los derechos de los demás.

Innegablemente los gobiernos bien intencionados de palabra, pero contrarios en los hechos a las buenas propuestas, sólo sirven a sus intereses; pueblos que los escuchan y creen en ellos sólo acrecientan sus pesares y crean condiciones para que el abuso y la prepotencia crezcan. Esto es, pues, lo que se consigue con regímenes que, por sentirse fuertes, sólo acarrean desgracias al disponer medidas que dañan no sólo los intereses materiales de los pueblos sino también sus valores morales y sus esperanzas.

Habría mucho que tratar sobre este tema y son los gobernantes quienes tendrían que tomar conciencia de lo que realmente quieren y cambiar rumbos cuando les consta que lo torcido hasta ahora puede rectificarse, pero con amor, con el ejemplo de practicar la concordia, el respeto y el diálogo.

TITULARES

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Consejo de Administración:

Miguel Lazo de la Vega
Jorge Romecín
Roberto Nielsen reyes
Omar Eid

Ernesto Murillo Estrada
Editor General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (703 Kb)      |       PDF (145 Kb)



Caricatura


Sociales

TORNEO NACIONAL ABIERTO DE GOLF

Luis Velasco Jorge Trigo y Juan Pablo Saavedra.

NOCHE POLACA

Esther Salzmann, Peter Cartwright y Raquel Chacón.