El desbarajuste social y moral que sufre el país llega a extremos que para la colectividad son insoportables. El país parece dividirse porque no faltan políticos que un día dicen una cosa y al día siguiente otra.
Mientras tanto los problemas siguen. Hace poco soportamos otro paro del transporte. Todos los conflictos devienen de la desorganización existente en muchos ámbitos y el mal manejo del país. La mediocridad y la improvisación son patentes, peor cuando se quiere mantener la subordinación a los poderes políticos. Las consecuencias recaen siempre sobre las espaldas del pueblo, que sufre en todos sus estratos sociales.
¿De dónde provienen tantas manifestaciones sociales y bloqueos que alteran la vida pacífica de los habitantes de La Paz? No hay persona que no haya sufrido por los bloqueos de calles en la ciudad. La gente trabajadora es la más perjudicada en todo el país, aquella que gana el pan del día con el sudor de su frente y merece ser respetada y gozar de la seguridad ciudadana que tanto se pregona. El pueblo indefenso pregunta cuándo cambiará esta deplorable situación que desprestigia a la Nación.
Por el contrario, de los políticos pocos trabajan por el bienestar general, los más son egocéntricos que primero velan por sus intereses, no los de Bolivia. Por ello no toman en cuenta que el país necesita muchas obras, como la construcción de una carretera moderna a los Yungas, pues en la actual se producen muertes con frecuencia. Esa es una tarea que debe hacer el Estado con urgencia, en vez de insistir en dividir el TIPNIS con la construcción de una carretera que beneficiará a Chile y Brasil al unir el Pacífico con el Atlántico. Por esa geopolítica continental Bolivia será completamente dependiente del extranjero.
Lo que indigna al pueblo es que se gasta miles de millones en nuevas “consultas” sin veracidad, que llevan al desencuentro y desunión del pueblo boliviano. Los recursos que se derrocha en propaganda podrían servir para mitigar la pobreza de los hermanos que duermen a la intemperie en la avenida Perú. Más bien que destinen mayores recursos para educación y salud y prevenir tantas calamidades.
Mientras tanto un país vecino mira de palco nuestros problemas y sigue aprovechando, como lo hace desde hace más de cien años, las aguas dulces del Silala para la industrialización del norte chileno, sin pago alguno por el precioso líquido utilizado. Al respecto, según una noticia: “Chile advierte seriamente que resulta posible concebir un escenario de controversia por mejores y más amplias garantías de acceso al agua y sus reservas”.
Tomando en cuenta las amenazas y previendo consecuencias, es imprescindible emprender la gigantesca tarea de construir un puerto para nuestras importaciones y exportaciones, en Ilo-Perú, concedido a Bolivia por 99 años, para evitar el enclaustramiento injusto, dogal al que nos tiene sometido el “buen vecino”. Hoy no hay “libre tránsito” por los puertos detentados por Chile, excepto para el gigantesco contrabando de ropa usada y autos chutos que traspasan con autorización la frontera minada por el vecino.
Otra prioridad es acelerar la construcción de la ruta 4 de la carretera La Paz – Viacha – Tacna.
Cometemos el “pecado” de opinar porque recordamos que en las guerras del Pacífico y del Chaco ofrendaron sus vidas miles de patriotas en defensa del Litoral y del petróleo. Pero todo parece haber sido en vano cuando vemos en el país enfrentamientos fratricidas, sin que se vislumbre horizontes de progreso y grandeza de la Patria.
Ante los peligros en ciernes que amenazan al suelo patrio dejemos las confrontaciones estériles, egoísmo, envidia, revanchismo, pasiones mezquinas, más bien busquemos comprensión y entendimiento en la familia boliviana. No olvidemos que leer nos puede brindar conocimiento y defensa ante las fauces del ilimitado poder, que mucho daño ha causado al país. El contenido de las páginas de EL DIARIO educa y orienta con imparcialidad, expresando un llamado de paz y bienestar para toda Bolivia. Asimismo Radio Panamericana no deja de difundir el cívico mensaje de “Bolivia, escucha el llamado del Mar”.
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