La vida o la muerte

Todos los Santos está en el “ajayu” de la ciudad

El 1 y 2 de noviembre próximos muchas personas acudirán al Cementerio General para visitar a sus difuntos.


Como cada gestión, se presentarán manifestaciones culturales que han perdurado en el tiempo.

El investigador cultural David Mendoza en la publicación “El Ajayu de la ciudad”, número dedicado a “Todos los Santos y las ñatitas”, explica que en esta región la celebración es una expresión de la cosmovisión andina, sobre todo quechua y aymara, a la que la religión católica se integró; es decir, que la costumbre de esperar los ajayus (almas) ya venía de épocas prehispánicas.

“La ciudad del Chuquiago Marka o Nuestra señora de La Paz puede ser definida como un espacio sagrado donde coexisten la vida y la muerte, la cosmovisión andina se persevera en la región a través del tiempo. Lo que nos interesa es valorar lo nuestro”, manifestó Mendoza.

Es una forma de compartir en familia, así lo entiende Mendoza quien argumentó que los andinos brindan ofrendas para que las almas al regresar puedan estar a gusto comiendo y bebiendo con sus familiares o amigos. Aclaró que en términos reales esto no sucede, pero hay que entender que el principio de compartir es trascendental en la cultura andina.

En torno a los significados de las ofrendas, el entrevistado mencionó algunas, como las tantawawas que son panes figurando cuerpos y rostros de humanos en la representación de las almas, además de masitas con figuras diferentes, como ser: llamitas, caballitos, aves, escaleras y otrs que vinculan al espíritu con la naturaleza terrenal.

Entre las costumbres indicó que se edifican altares en domicilios y en cementerios; en el primer caso, se prepara sobre una mesa la comida y bebida preferida del difunto esperando su llegada a casa, esto se realiza el 1 de noviembre; al día siguiente, llevan a la tumba algunas de las ofrendas y arman otro altar incluyendo más elementos como las tantawawas, masitas y otros.

Respecto a la costumbre de utilizar música, el entrevistado explicó que representa una simbiosis entre la fertilidad y la llegada de las almas.

TESTIMONIO

Ana Limachi Mamani

Hermana y encargada de preparar la mesa en nombre de su madre Julia Limachi relató a EL DIARIO cómo se prepara, con anticipación, para recibir el alma de su madre, quien falleció hace dos años tras haber tenido una grave enfermedad.

“Mi madre falleció hace dos años, con el tiempo he aprendido a celebrar la festividad de Todos Santos, el primer y segundo año he realizado una mesa sencilla y familiar pero ahora la tradición es diferente y mi familia y yo ahora nos preparamos para la Cacharpaya, porque nos vamos a sacar el luto, para eso estamos preparando comida, pan, galletas, dulces, frutas, refrescos, todo lo que a mi madre le gustaba. En la tradicional Cacharpaya se acostumbra levantar la mesa con una persona escogida por los dolientes. Esta actividad va acompañada con el sonido de un charango, este año vamos a contratar un grupo de zampoñas, lo que le gustaba a mi madre, por lo general la Cacharpaya se realiza al tercer año del fallecimiento y es cuando se hace mayor fuerza o festejo. Esperamos que nos acompañen todos nuestros familiares y amigos.

Vamos a utilizar, aproximandamente, dos quintales de harina para hacer las masitas, galletas y pan, pero no importa el esfuerzo o el tiempo que implique elaborar los alimentos porque queremos encontrarnos con mi madre a través de las oraciones para pedirle que nos cuide y nos proteja.

También cocinaremos pescado, la mesa de mi mamita tendrá cañas de azúcar para que pueda apoyarse cuando llegue de visita, también habrá muchas flores para que vea que estamos bien, los años pasados hemos hecho mesa, pero no tan grande como ahora que nos sacamos el luto y el alma debe descansar en paz”.

 
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