A mayor inversión, más desarrollo

Un principio elemental señala que, así como un vaso lleno recién cumple su razón de ser, así la inversión de dinero, tecnología y conocimientos humanos determina el desarrollo de un país y este desarrollo, el progreso.

El mundo rico y desarrollado ha encontrado cauces para cumplir sus propósitos mediante el entendimiento de que su unidad puede forjar las certezas que requiere el desarrollo; es decir, las condiciones que permitan el avance de las personas en conjunción con el de sus pueblos. Construir una economía para disfrutar solidaria y mancomunadamente sus beneficios, es principio elemental del manejo de bienes y dinero, sin ello es imposible alcanzar metas que se proponga el hombre.

Pero el conseguir mayores inversiones depende del grado de educación y formación en valores del ser humano y, especialmente, del ser humano que conforma grupos, asociaciones, corporaciones, instituciones que tengan noción de bien común y se proponga renunciar a complejos y ambiciones de grupo o personales para alcanzar objetivos en pro de todos.

Mientras el hombre se eduque y forme en valores, adquirirá siempre condiciones para usar tecnología y mejorarla para luego crear una nueva en servicio de la economía y la vida de los pueblos. Las inversiones en educación son básicas para entender el valor del capital financiero, del tecnológico y del capital humano; sin ellos, es imposible alcanzar meta alguna.

El capital financiero fue forjado por las comunidades con educación, trabajo, disciplina y práctica de valores que, conjuncionados a una vocación de desarrollo, han conseguido éxitos; pero lo más importante, esa especie de “colchón del crecimiento” fue necesario incrementarla, mejorarla cualitativa y cuantitativamente; es decir, incrementar las inversiones con miras a mejorar la producción para servir mejor y alcanzar éxitos financieros que, luego, se los pueda reinvertir y acrecentar los índices económicos de las personas o de las instituciones o empresas.

Lo importante es entender que no siempre es preciso invertir con dinero ajeno, sino con el ahorro propio, con el esfuerzo personal o del conjunto solidario y mancomunado. El préstamo genera obligaciones y su honra implica restar la producción porque parte de lo financiero se destina al pago de la deuda y los intereses. Lo importante es que esa inversión sea efectuada en algo rentable, en lo que permitirá lograr réditos y, además, asegurar el futuro sin comprometer el crecimiento de la fuente de riqueza que es la empresa o el trabajo personal o familiar.

Es, pues, preciso para nosotros los bolivianos, entender que a mayor inversión, a más ahorro se puede conseguir más desarrollo y si el préstamo ayuda sin comprometer la seguridad de lo que se hace, se lo puede contraer, pero con la obligación de honrarlo o, en lo posible, hacerlo socio de lo que se hace o emprende. Esta modalidad ha dado siempre buenos resultados en países que han sabido confiar en sus propias capacidades y en la buena fe de quienes poseían dinero y hasta tecnología. Es necesario, en todo caso, que los propios ahorros y las inversiones, sean nacionales o extranjeras, cuenten con las garantías jurídicas necesarias; de otro modo, todo estará sujeto al azar y este factor siempre es peligroso.