Efemérides

Italia

1993 - FALLECIÓ FEDERICO FELLINI, EL MÁS GENIAL DE LOS CINEASTAS ITALIANOS

El director italiano Federico Fellini falleció en Roma el 31 de octubre de 1993, considerado la más alta figura del cine italiano, por su capacidad para fabular bajo un sello irrepetible. En la adolescencia marchó tras un circo, olvidando a la familia y la escuela secundaria que dejó inconclusa y desde entonces, como evidenció en su filme de 1954 “La Strada”, vivió enamorado de payasos, equilibristas y animales amaestrados. Se dice que ya en esa época, quizás antes, habitaba una zona indefinida entre la mentira engendrada como un escudo y los sueños, en los cuales creía a pie juntillas, reelaborándolos a manera de mezcla con la que luego edificaba, ladrillo sobre ladrillo, cada una de sus películas, frescos alucinantes de la sociedad italiana con sus miserias y sus esperanzas.

Su inclinación a la mendacidad le llevo a prometer a los productores, una y otra vez durante 25 años, que estaba listo para rodar “El viaje de G. Mastorna”, un personaje mítico que aunque nunca llegó a traducirse en celuloide, permeó cada una de los filmes que realizo desde 1966. El eterno soñador nacido en Rimini, un punto de la costa adriática italiana, el 20 de enero de 1920, se aferró inicialmente a las imágenes gráficas. Como caricaturista dio rienda suelta a la irreverencia y a la rebeldía, transformando la tira humorís-tica en vehículo irónico en el que desplazó su aprehensión sobre el mundo pequeño-burgués donde inició su vida.

Transitó el terreno del periodismo y en él halló la antesala para entrar al universo del séptimo arte. Una entrevista a una estrella de la gran pantalla lo prendó definitivamente del cine y no paró hasta que, en 1945, le sirvió de asistente de dirección y guionista a Roberto Rosellini en “Roma, ciudad abierta” y luego en “Paisa” (1946). Era la Italia de la posguerra, territorio arrasado por las bombas y la incredulidad, donde surgía el entonces incipiente neorrealismo fílmico, un manantial del cual bebió hasta saciarse. Poco después, en 1951, codirigía “Luci del varieta”, junto a Alberto Lattuada.

Un año mas tarde ya estaba listo para despegar con alas propias al acometer “El jeque blanco”, con el cual demostró que el neorrealismo le quedaba estrecho a su mundo desbordante de imágenes, una tierra vedada a la lógica y abierta a lo inesperado. Fellini era un surrealista de atar, empedernido devoto de lo onírico, capaz de trasladar su “marca de fábrica” a cada encuadre, a cada secuencia.

En la jerga cinematográfica se acuñó el termino “fellinesco” cuando de definir lo indefinible se trataba. Recibió cinco Oscars en más de 50 años de carrera. Tuvo empero la capacidad de iluminarle el camino a cuantos se aproximaban a él, desde su esposa Giulietta Massina -protagonista de éxitos suyos tan soñados como “La Strada”, “Las noches de Cabiria” y “Ginger y Fred”, hasta los actores Anthony Quinn y Marcello Mastroianni.

ARGENPRESS.info