El cine que veremos
De la mano de sus personajes tétricos, pero sensibles, y mundos imposibles con problemas cotidianos, el cineasta Tim Burton ha labrado una carrera de éxito en Hollywood hasta el punto de que los estudios han terminado por perder el miedo a su visión excéntrica y convertirla en una tendencia.
Frankenweenie, su nueva película, que debuta la segunda semana en nuestro medio, es fiel a los elementos “burtonianos”, con la muerte como conflicto para contar el drama emocional de un niño que se resiste a aceptar la defunción de su mascota.
“En ciertos aspectos, ha sido mi proyecto más personal”, aseguró el realizador vestido de negro, con gafas oscuras y su despeinado natural en una habitación de hotel del “lugar más feliz de la Tierra”, lema del parque Disneylandia, donde habló de su filme y la huella de su obra en la meca del cine.
Frankenweenie supone un regreso a los orígenes para Burton, de 54 años, que casi tres décadas después de imaginar la historia y dibujar en un papel a los protagonistas del filme, logró encontrar los apoyos suficientes para sacar el largometraje adelante como siempre había querido: en animación con el método de “stop motion”.
“Recordé a los niños de mi clase, a los profesores, los monstruos y seguí los esbozos originales, pero el hecho de que fuera en ‘stop motion’, en blanco y negro y 3D hizo que lo sintiera como algo nuevo”, indicó Burton.
El artista se inspiró para el relato en su amor por las películas de terror y en el sufrimiento que le produjo el fallecimiento de un perro que tuvo en su infancia con el que tenía “una relación especial”.
Ya en la década de 1980, Burton había tratado de convencer a Disney, estudio en el que entró a trabajar en 1979, para que produjera Franken-weenie como un filme de animación pero solo consiguió presupuesto para desarrollar un cortometraje de acción real, que estrenó en 1984.
CONTEXTO
El proyecto quedó sepultado entonces por Beetlejuice, Batman, El joven manos de tijera, Alicia en el país de las maravillas y otros filmes que siguieron después y donde The Nightmare Before Christmas primero -que él produjo- y El cadáver de la novia después -que co-dirigió-, resultaron un punto de inflexión por confirmar que las rarezas de lo mundos imaginarios de Burton eran del gusto del gran público.
La nueva Frankenweenie es el primer estreno de una película de animación de Tim Burton con el sello de Disney a pesar de la larga vinculación entre el realizador y el estudio, algo que tendría que haber ocurrido ya con The Nightmare Before Christmas en 1993.
“Nightmare era de Disney pero luego se asustaron de la película y terminó distribuyéndose bajo el sello de Touchstone (filial de Disney)”, comentó Burton, si bien Disney años después rectificó su decisión y amparó el filme bajo su marca.
Cierto es que el cineasta californiano ha dejado de intimidar con sus filmes a los ejecutivos de Hollywood que pudieron temer el riesgo comercial de algunas de sus obras, sombrías a priori para el paladar del espectador medio, y que han pasado a conformar un estilo a imitar.
“Parece que todo se ha vuelto cine de animación tenebroso y en ‘stop motion’. Yo no estoy siguiendo esa moda, siempre lo he hecho así”, apuntó Burton, que aseguró que no había visto Coraline, uno de los mayores triunfos recientes en ese formato, dirigido por Henry Selick, el realizador de Nightmare Before Christmas.
“Todo el mundo pensó que yo la había hecho así, que no sentí que necesitaba verla”, declaró el realizador.
“Cuando haces algo por primera vez, no puedes predecir si va a tener éxito, pero si algo lo tiene, ves de repente millones iguales, es la forma en que ocurre, no tengo ningún control sobre eso y realmente no me importa”, argumentó.
El director observa las mismas coincidencias con las últimas adaptaciones de clásicos infantiles, entre las que están Espejito, espejito, Blancanieves y la leyenda del cazador, Red Riding Hood y en Maleficent, con Angelina Jolie.
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