Cuauhtémoc Blanco no perdió la pasta de líder
A los 39 años, el delantero Cuauhtémoc Blanco ha perdido parte de la clase que lo llevó a ser uno de los mejores futbolistas mexicanos de este siglo, pero conserva la irreverencia y la pasta de líder y con eso guió ayer a los Dorados de Sinaloa al título de la Copa Mx del fútbol mexicano.
Con varias libras de más que cuando debutó con las Águilas del América en 1992 y una incipiente calvicie, Blanco mantiene un pulso con el padre tiempo y para vencerlo se apoya en chispazos de su talento de antes y la picardía de los viejos tiempos.
Es el típico jugador ‘incendiario’ que a ningún árbitro le gusta tener cerca. Ayer se ganó una tarjeta amarilla y estuvo a punto de ser expulsado por sus reiterados reclamos, pero esa presión forma parte de su estilo y casi siempre su equipo se ve beneficiado por el ambiente que ocasionan sus demandas.
Se trata de uno de los futbolistas mexicanos más habilidosos de los últimos 15 años, que tanto en la liga local como en España, cuando jugó en el Valladolid entre 2000 y 2002, como en la selección nacional sobresalió por su carácter, sobre todo en momentos decisivos de algún partido o campeonato.
Su gracia para jugar ha estado acompañada de polémica por sus desvaríos que han ido desde imitar a un perro en posición de orinar para burlarse del entrenador Ricardo la Volpe (lo cual le costó no ir al Mundial de Alemania, cuando el argentino dirigió a México), hasta involucrarse con actrices o golpear a un reportero.
Ofensas a compañeros de equipos y peleas con rivales como la que tuvo con el centrocampista Israel López en un aeropuerto de Estados Unidos aparecen en su rosario de escándalos, entre los cuales está una suspensión de dos años de la Copa Libertadores por iniciar una gran gresca con el equipo Sao Caetano de Brasil.
Sin embargo, ese mismo “chico malo” se echó al hombro a México cuando estuvo a punto de quedar fuera del Mundial del 2002 y en todos estos años ha sido una especie de héroe y villano ante el cual nadie permaneció neutral porque, o lo odiaron, o lo idolatraron.
Ayer falló varias pelotas, recibió una tarjeta amarilla innecesaria y su condición física se vio mermada, pero sacó su picardía y carácter cuando el equipo estaba a punto de perder la final y con eso arengó a sus compañeros hasta lograr el empate.
No conforme, a la hora cero pidió la pelota para lanzar el primer penalti y lo convirtió con elegancia.
Quizás fue ahí cuando los Dorados ganaron el título porque después de poner el ejemplo con el gol, Blanco asumió el papel de “persona mayor”, salió a convencer a sus compañeros que los milagros deben ser cosa de todos los días y tanto le creyeron que ninguno falló desde los 11 pasos y se hicieron campeones de la liga Mx.
Fue su tercer título en México, luego de uno con el América de primera división, en 2005, y otro con el Irapuato de la categoría de ascenso, en el 2011 y le ha dejado un dulce sabor al veterano, que se empeña en seguir vigente y lo está consiguiendo.
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