YPFB no alienta las inversiones

Desde hace mucho tiempo se ha sostenido que nuestro país es potencialmente rico en hidrocarburos y que su detección, exploración y explotación dependen de la inversión de capitales y tecnología; pero los hechos muestran que desde la “nacionalización” en mayo de 2006, muy poco hizo YPFB por atraer inversionistas foráneos o, al menos, no se informa lo suficiente sobre gestiones o búsquedas que haya hecho tanto entre los grandes emporios petroleros o entre capitalistas que querrían invertir en Bolivia.

Sostener que la empresa petrolera en nuestro país no alienta las inversiones deriva, simplemente, de realidades que se vive y que muestran cuán poco se hizo en este campo porque YPFB parecería que, por la misma acción nacionalizadora, hubiese perdido dinamismo y fuerza para encarar sus deberes; la tibieza que muestran sus actos, su escasa intervención con las empresas “nacionalizadas” y su ausencia de criterios y conceptos sobre los cambios de contratos que son anunciados y que, en años no se presentan, muestra cuán debilitada está su estructura de decisiones.

Mucho se habla sobre YPFB en los círculos oficiales, sin que se detalle sobre labores que cumple, proyectos que ha elaborado y, sobre todo, acciones y trámites para atraer capitales, tecnología y personal técnico especializado con miras a explorar y explotar hidrocarburos en nuestro país y en forma separada de lo que hagan las empresas que operan y que parece estarían interesadas sólo en mantener los contratos, sin importarles mayormente la aprobación de una nueva Ley de Hidrocarburos y la puesta en marcha de las leyes que garanticen las inversiones tanto nacionales como foráneas.

YPFB es una empresa importante; su trabajo tiene que ser dinámico, coherente y regulador de toda la actividad petrolera. Debe ser rectora de este rubro importante de la economía y no ingresar en campos del marasmo inútil y que vaya a postrar cualquier expectativa que se tenga sobre necesarias inversiones que muestren, a la vez, que en Bolivia, con una nueva Ley de Hidrocarburos y una ley que garantice la inversión privada, es digna de confianza y credibilidad.

El Banco Mundial es partícipe del criterio de que YPFB no alienta las inversiones; en otras palabras; parecería que la empresa estatal de petróleo está pendiente de lo que vaya a ocurrir en este campo y recién dar los pasos que correspondería, cuando la verdad es que su actuación debe ser importante para un accionar dinámico y ajeno a complejos y esperas inútiles, porque vivir en espera de aquiescencias o criterios políticos ajenos a las urgencias nacionales, es contrario a toda norma de buena administración.

Hay que convenir, por otra parte, en que tal vez la debilidad de YPFB se deba a la ausencia de una presidencia y gerencias institucionales y debidamente capacitadas y no esperar y vivir sólo con interinatos que, en todo caso, causan perjuicios tanto a YPFB como a toda actividad que requiere designaciones acordes con la Constitución y las leyes.

El Gobierno por propia responsabilidad no debe dejar a YPFB en una especie de cuerda floja y sin los rumbos que institucionalmente tendría que tener. Es preciso designar a sus autoridades y a un directorio en concordancia con lo que establece la Carta Magna, olvidando los nombramientos “a dedo” que sólo corresponden o son usados en gobiernos de facto.