Auxilio alimenticio a Cuba

En la semana pasada, el gobierno del presidente Evo dispuso el envío a Cuba de una partida de 74 toneladas de alimentos y agua para las víctimas del huracán Sandy que asoló a varias islas caribeñas y al territorio Este de los Estados Unidos, comprendiendo a New York y New Jersey.

El conocimiento de este gesto conmovió a mi pariente espiritual, quien con lágrimas en los ojos llegó a mi casa para darme cuenta del suceso, manifestándole con absoluta sinceridad que yo también me sentía herido por la tragedia, pues tengo a varios parientes en New York y Washington y carecía de noticias acerca de ellos, proponiéndome con un hilo de humor negro que aconsejara a éstos que se fueran a Cuba a recibir unos kilos de alimentos bolivianos regalados por el señor Evo y sus ministros.

El envío a Cuba de esa partida millonaria de alimentos coincidió con la necesidad urgente de pesos bolivianos que agobiaba mi magra economía, pues no había recibido aún la remesa mensual que me envía mi esposa desde Zaragoza – España, debido posiblemente a la crisis financiera española.

La cholita cochabambina sospechó de la verdadera magnitud de mi desastre económico, insinuándome con poca elegancia que ella no era el Estado boliviano para socorrerme en casos como el mío y que yo debería recurrir a otras fuentes de financiamiento, sugiriéndome el Ministerio de Economía y Finanzas dirigido por un señor Arce Catacora, o al Ministerio de Defensa que posee inmensas cantidades de alimentos con los que puede socorrer a personas o países necesitados.

Con el alma esperanzada en que podría convencer al mago de las Finanzas de proporcionarme una pequeña ayuda para sobrevivir algunos días, llegué hasta ese Ministerio, encontrándome con centenares de paisanos míos que me precedían en la cola.

Allí me enteré de que algunos procedían de la región del Chaco, inmenso territorio que comprende provincias chuquisaqueñas, cruceñas y tarijeñas, donde la sequía y la falta de agua mata a sus pobladores, a su ganadería y a sus sembradíos, una verdadera tragedia.

En la larga fila conocí a unos señores que vinieron desde Arque en la zona altiplánica de Cochabamba, donde sufren hambre y pobreza, reclamando una ayuda del Estado cada vez más rico y floreciente.

También conversé con pobladores alteños que siguen reclamando por las víctimas y familiares de hechos revolucionarios que ayudaron a la ascensión de nuestros felices y prósperos gobernantes.

Me solidaricé con todos ellos y mi comadre Macacha me dijo: “tendremos que ser cubanos para que el Estado Plurinacional, Multicolor y Folclórico le ayude a usted, compadre, para que yo, ¡pobre chola prestamista!, pueda recobrar los dineros que le presté...”.