El cine que veremos
Con Frankenweenie, segundo largometraje animado de Tim Burton con técnica stop motion, el padre de El joven manos de tijeras retoma la senda de su mejor cine y consigue a fuerza de inventiva, audacia y desparpajo, uno de sus filmes más emotivos, profundos, que no subestiman al espectador infantil y que se arriesga a explorar el mundo de los niños desde la conflictiva de sus personajes y no desde un lugar complaciente. El regreso de Winona Ryder y de Martin Landau para dar vida a sus respectivos personajes es un valor agregado de esta gran película.
EL INICIO DEL PROYECTO
El origen de este proyecto de Tim Burton, tras la ambigua imagen que dejó con Sombras tenebrosas y para algunos críticos la fallida Alicia en el país de las maravillas -también producida por Disney como en este caso- data de un pasado muy lejano cuando trabajaba como dibujante en los estudios del ratón más famoso del cine y se le encargó un cortometraje para incluir en el film Pinocho. Ese corto de 25 minutos no era precisamente una historia que se ajustara al modelo de Walt Disney sino todo lo contrario, por lo que fue desaprobado por los ejecutivos que además acusaron al joven Tim Burton de dilapidar recursos y así terminaron su relación laboral.
Aquel muchacho con ideas propias y un universo personal, donde la mayoría de las veces los protagonistas de sus relatos se caracterizaban por presentar rasgos que los diferenciaba del resto, ya sea algún defecto físico o un pensamiento alejado de la norma establecida que los convertía en solitarios o soñadores, creció a lo largo de sus películas, maduró desde el punto de vista cinematográfico y se ganó el mote de director maldito que construía personajes estrafalarios pero también emocionalmente humanos.
Sin lugar a dudas, el icono por excelencia de la galaxia de Tim Burton es Edward, más conocido como El joven manos de tijera, inmortalizado por el brillante Johnny Deep, que marca un antes y un después en la filmografía de este director.
Ahora bien, el confeso amor por el cine de terror, se manifiesta con Frankenweenie, la nueva incursión de Tim Burton al ámbito de la animación y del uso de la técnica de stop motion para entregar una de sus mejores obras; uno de sus mejores trabajos sobre la infancia y el mundo de los niños ante el chato mundo de los adultos.
Eso, entre otras cosas, es Frankenweenie, versión extendida de aquel corto de 1984, en que Tim Burton retoma la senda de su mejor cine básicamente por no traicionarse a sí mismo pero lo más importante de todo es que no traiciona al espectador.
No estamos frente a una película para chicos ni tampoco se trata de una animación que intenta cambiar la imagen del estigma de los monstruos y resaltar sus rasgos humanos. La idea de este largometraje apunta hacia otro lugar, rendir un homenaje explicito a las criaturas cinematográficas del cine de terror en sus épocas artesanales y más precisamente al de la Universal.
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