Un costoso complejo de propaganda

De más de ocho millones de dólares gastados por el Gobierno en propaganda oficial durante el 2011, en los siete primeros meses de 2012 este monto fue superado hasta los nueve millones de dólares. Se trata de publicidad y espacios televisivos abrumadores para el espectador, siendo su objetivo alejar la verdadera realidad nacional para pintarla con tonos de progreso y bienestar. Uno de los recursos más recurrentes alaba los mayores ingresos logrados para el Tesoro Nacional, sin aclarar que son producto de las mejores cotizaciones de materias primas en el mercado internacional y no de un aumento de los niveles de producción. Éstos en muchos casos han descendido en relación con la década anterior y en cuanto a los hidrocarburos obligan a la importación de diesel, gasolina y otros.

Por ejemplo, se abunda en la reducción de los índices de deserción escolar mediante el bono Juancito Pinto, que si bien es positivo, la asistencia regular del alumnado se debe también a la mayor conciencia de los padres de capacitar a sus hijos ante la creciente desocupación en un medio cada vez más competitivo. A partir de un monto fijo, dicho bono debería premiar el aprovechamiento escolar con un plus y no limitarse a la simple asistencia como ocurre al presente.

Hay afirmaciones en sentido de que los gastos oficiales de propaganda superan con mucho los llamados “gastos reservados” del pasado. Lo anterior parece ser cierto si es evidente que el Gobierno utiliza diversos métodos propagandísticos aportados por expertos extranjeros para manipular a la opinión pública. Parte de ese plan serían las “10 Estrategias de Manipulación” puestas en práctica con finalidades nada éticas que, inclusive, menoscaban el criterio y la dilucidación pública de los hechos. Siendo el 2013 año prácticamente preelectoral, el Erario Nacional, sin duda, ha de sufrir una enorme sangría en el rubro de la comunicación y propaganda por los antecedentes conocidos.

Han pasado de moda las protestas en cuanto a que el oficialismo carece de medios de comunicación frente a los que supone opositores. En efecto, aparte del diario oficial cuenta con la adhesión de otro influyente del mismo género, mientras es voz general que además del canal estatal de TV tiene decisiva influencia por lo menos en otros dos, cuyos recursos de disimular sus nexos se hacen cada vez más difíciles. Asimismo, dispone de la emisora estatal secundada por medio centenar de “radios comunitarias”, por donde se filtra una campaña de subidos tonos racistas.

Al margen de lo anterior se ha convertido en sistema desde hace seis años el discurso presidencial cotidiano ante diversos sectores, dentro de una obvia tendencia de exaltación ideológica oficialista. Ni las Fuerzas Armadas han sido excluidas, a pesar de que por mandato constitucional no deliberan políticamente y son esencialmente obedientes. El 7 de agosto pasado en ocasión de la Parada Militar en la ciudad de Trinidad, el Primer Mandatario las invitó a asumir su propia posición anti-imperialista.