La muerte es un hecho natural, ineludible, al que todos los seres vivos estamos expuestos y con mayor rigor los de la especie humana, que ante este hecho se acongojan, porque tienen sentimientos y, como fuente de cognición, son capaces de entendimiento.
No obstante esos ciclos naturales de la vida y de la muerte, la desaparición de las personas nos provoca reflexiones sobre el valer de la vida del que se fue, el valor moral de sus esfuerzos, la trascendencia de su existencia, su sacrificio y el desinterés de su entrega a ideales que el común de la gente no se detiene a cultivarlos ni apreciarlos.
Esa escala de pesadumbres y aflicciones nos produjo el fallecimiento de don Walter Laguna Quiroz, uno de los pocos quijotes que somos, en la consecución de metas, persecución de ideales y en la búsqueda de soluciones, sean estéticas, deportivas, artísticas, etc.
Él se destacó en esas líneas de acción que casi siempre son desinteresadas, de entrega idealista, de renunciamientos, aun a costa de los intereses o beneficios personales.
Desempeñó la Presidencia de la Federación de Sky y Andinismo y varias veces estuvo a cargo del Club Andino Boliviano, ejerciendo en su periodo más crítico, cuando la naturaleza complotó contra la vigencia del deporte del sky y andinismo, por el deshielo del Chacaltaya; aun así siguió impulsando este deporte y el montañismo, principalmente entre los jóvenes de El Alto.
Cuántas veces hemos conversado sobre las soluciones para vencer a la naturaleza y descubrir otras pistas alternativas, como la cima del Mururata, por ejemplo; pero esto implica mucha inversión en camino, habilitación de pistas y equipamiento, construcción de la cabaña y un hotel.
Hombre infatigable, entusiasta y carismático, contagiaba con su espíritu de mantener vivo un deporte que sin él, acaso ya no habría subsistido en nuestro país, que tuvo sus años memorables, por el empeño de otros pioneros que merecen ser recordados igualmente.
Conocimos a Walter en ocasión de otro emprendimiento importante, que fue la creación y consolidación del Parque Nacional Torotoro, siendo admirador de esta nuestra epopeya. Cuando celebramos el Primer Congreso Boliviano de Espeleología en Torotoro, en 1998, fue elegido su Presidente, realizando en su gestión un segundo Congreso en Copacabana.
También fue miembro y Directivo de la Asociación de ex Becarios en Francia, donde realizó estudios y trabajos de su especialidad. En el campo profesional ha desempeñado funciones en la Cancillería, en la Autoridad binacional del Lago Titicaca, en la Prefectura, donde se lo recuerda como impulsor de la reapertura del aeropuerto de Ixiamas; y otras funciones más.
Pero lo que destacamos de él es su tesón, su contribución entusiasta al desarrollo de las actividades de montaña y a la vigencia del deporte de sky, que ha sostenido en su declinación, por los factores naturales indicados.
De esta manera cumplimos dedicando estas líneas a una persona empeñosa, don Walter Laguna Quiroz, a quien la población debe recordar y conocer, para que sirva de ejemplo e incentivo a otros bolivianos, de los que hay muchos, que se debaten en procura de sus ideales en tantos campos en los que buscan cristalizar sus potencialidades profesionales, científicas, artísticas, cívicas, industriales, artesanales, etc., porque a estas personas necesita el país y no a los que sólo luchan por el poder para medrar de sus beneficios.
Por eso dedicamos palabras de reconocimiento y admiración a los hombres emprendedores y tesoneros que, como Walter Laguna Quiroz, viven luchando por sus propósitos altruistas, por sus ideales de dominar las montañas, lo que todos los bolivianos debemos aspirar a practicar, en todas sus expresiones de escalamiento, caminatas y el ejercicio de los deportes de nieve.
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