Nicomedes Sejas Terrazas
I
MÁS QUE UNA ELECCIÓN DE GOBERNADOR
La elección del próximo Gobernador del Beni se ha convertido en un evento crucial para el futuro de Bolivia. El oficialismo y la oposición están conscientes de que en ella no sólo está en juego aquella elección, sino también la próxima elección presidencial. Aquel proceso tiene un contexto que se construye día a día y sus resultados se miden en cada evento culminante. La experiencia nos muestra que los resultados electorales no son resultados súbitos ni consecuencia de hechos improvisados, aunque tampoco es suficiente la sola planificación para incidir en su definición. La política tiene una racionalidad que va más allá de la lógica y de la afectividad.
No haber leído la realidad objetiva, que persistía como una meta realidad, ha postergado la descolonización por casi dos siglos. El proceso de descolonización iniciado en la posguerra del Chaco ha abierto un amplio cauce de pugnas permanentes entre los indígenas que luchaban por liquidar los resabios coloniales de Bolivia y la elite tradicional colonialista que se mantenía aferrado a sus privilegios. Durante este tiempo cada avance de descolonización ha terminado en un retroceso bajo la forma de la democracia formal y un Estado liberal de esencia colonialista que había que defenderla de su total derrumbe.
La elección del Gobernador del Beni es una dura prueba para el oficialismo y la oposición, en ella se verificará la capacidad de ambos actores: el oficialismo por reproducir su poder y consolidar su hegemonía y la oposición por construir una alternativa de poder; por de pronto, las condiciones parecen favorecer al oficialismo. He planteado que la elección en curso se reduce a dos contendores, suponiendo que aún no se ha agotado la posibilidad de lograr la unidad de la oposición, ya que de otro modo, la inercia de la desigualdad terminará por consolidar las pretensiones del oficialismo.
Es necesario invocar las lecciones de 30 años de democracia y los fracasos del viejo caudillismo de izquierda y de derecha. El pueblo en diferentes oportunidades ha mostrado que es capaz de unir sus fuerzas ante las crisis recurrentes del colonialismo interno, en 1952 para derrocar a la elite minero-feudal, en 1978 para deponer a un dictador y el 2003 para derrocar a un gobierno caudillista que intentó ignorar las demandas populares; en contextos diferentes, aunque con los mismos actores.
LOS TRADICIONALES ELECTORALISTAS Y EL LIDERAZGO INDÍGENA
La elección en proceso, más que definir la elección de un Gobernador, tendrá la posibilidad de dirimir la posible pugna de dos visiones de desarrollo y diferentes formas de entender y practicar la democracia. Las diferentes candidaturas son portadoras de experiencias convertidas en hechos, cristalizaciones de proyectos y promesas, cuyos resultados son evaluables. La candidata oficialista, Jessica Jordan, sigue un libreto elaborado en el Palacio de gobierno, y por lo tanto no puede ser diferente a la estrategia del partido de gobierno, cuyo objetivo es consolidar su presencia regional; la oposición aún se halla dividida entre los políticos tradicionales y la opción indígena, pero de persistir tal división terminará facilitando las pretensiones oficialistas.
De las cuatro posibles opciones de la oposición, tres representan las prácticas tradicionales, incluyendo la elección previa realizada por el UN y la Agrupación Primero el Beni, el MSM ex -socio del MAS, ideológicamente socialista y que no fue precisamente un ejemplo de práctica democrática en el Gobierno Municipal de La Paz, cuyo objetivo de mediano plazo es fundamentalmente electoralista. El MNR dividido no tiene otro objetivo que recuperar su presencia regional en la perspectiva de las próximas elecciones nacionales.
El candidato indígena, Pedro Nuni, que responde a las aspiraciones del movimiento indígena regional, fortalecido en su defensa del TIPNIS, se convierte en la única posibilidad si no de reencauzar el proceso anticolonial y la descolonización junto al movimiento indígena de tierras altas, al menos de poner freno a la reproducción del poder por el poder. Como se advierte, la oposición se halla dividida entre los tradicionales electoralistas y el movimiento indígena emergente, situación que debe ser alentador para el oficialismo.
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