Bogotá.- La masacre de diez campesinos revivió ayer el terror paramilitar en el norte de Colombia, una de las zonas donde las bandas criminales que nacieron tras la desmovilización de las temidas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) tienen control y poder territorial.
Nueve hombres y una mujer, todos labriegos, fueron asesinados el miércoles por la noche por desconocidos cuando terminaron su jornada laboral en una finca dedicada al cultivo de árboles frutales en el municipio de Santa Rosa de Osos, perteneciente al departamento de Antioquia (noroeste), del que Medellín es su capital, informó Efe.
Según las autoridades, tres individuos irrumpieron en la finca La España y, tras retener a los trabajadores, les arrojaron una granada de mano para después rematarles con armas de fuego. A los hechos sobrevivió un joven que está gravemente herido.
“Esto es el infierno”, fueron las palabras que le dirigió el secretario de Gobierno de Antioquia, Santiago Londoño, al gobernador del departamento, Sergio Fajardo, cuando llegó al lugar y se encontró con el dantesco escenario.
“Las primeras hipótesis indican que los responsables son miembros de la banda criminal Los Rastrojos”, dijo a Efe un portavoz de la Policía Nacional desde Medellín.
Esta es una de las organizaciones armadas dedicadas al narcotráfico y la extorsión que surgieron tras la disolución de las AUC en 2006, dentro de un acuerdo con el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010).
“Lo que sabemos es que el autor (de la masacre) fue una banda criminal al servicio del narcotráfico, que utiliza la extorsión”, remarcó después el gobernador Fajardo a Caracol Radio.
El ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, se expresó en términos similares al señalar también a Los Rastrojos, aunque aclaró que “habían aparecido por allí delincuentes de Los Urabeños”, otra banda también de origen paramilitar.
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