El famoso cuadro del artista francés Eugène Delacroix “La Libertad guiando al pueblo”, ha merecido desde 1831, cuando fue presentado al público, hasta nuestros días, un lugar muy especial no sólo en el ámbito cultural, sino también en la concepción política de los pueblos enfrentados a las tiranías.
“La Libertad guiando al pueblo” es una obra de carácter universal, trascendió las fronteras de su tiempo y es símbolo que podría ser enarbolado como bandera de las clases sociales actuales, sometidas o discriminadas por gobiernos no democráticos.
En el sentido más amplio del concepto, la defensa de la propia Libertad ha existido desde el surgimiento de la horda salvaje, cuando el ser humano sintió que sus derechos no eran respetados y encontró que luchar por la Libertad es más que una reacción contra el opresor, es un derecho de quien siente que sus alternativas están conculcadas.
La Libertad reúne en su seno un abanico de libertades. La más preciada, como bien lo representa “La Libertad guiando al pueblo”, es el derecho a la libre expresión; a decir en público o privado lo que piensa, aunque suene mal para el gobernante.
En el cuadro de Delacroix, la Libertad está armada con un fusil, con el torso desnudo y en ademán de avanzada, pese a las amenazas de ser muerta por las balas de la tiranía o apresada por la Justicia del dueño de los poderes, entonces el Rey Carlos Décimo, derrocado por los seguidores de Luis Felipe de Orleans.
Sin Libertad no hay derechos, no hay vida. No hay Nación. Esta es la enseñanza de “La Libertad guiando al pueblo”.
(clovisdiazf@gmail.com).
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