II
MINERÍA BOLIVIANA EN EL ÁMBITO INTERNACIONAL
Para ubicar nuestra minería en relación con países vecinos que compiten por la atracción de inversiones, el cuadro que sigue muestra los portafolios de proyectos y las exportaciones mineras en 2011, en millones de dólares.
País Port. proy. Exp. 2011
Argentina 43.000 5.272
Bolivia* 3.000 3.448
Chile 67.000 49.244
Perú 48.000 26.406
* Incluye proyectos Mutún y Salar de Uyuni
El efecto de las fuertes inversiones en Argentina, que recién pocas décadas atrás dio impulso a la minería, se hará sentir pronto en el incremento de sus exportaciones y sucederá lo inverso en Bolivia. Chile y Perú siguen captando inversiones y expandiendo su minería, con la continua puesta en marcha de nuevas operaciones de magnitud.
En cuanto a la ubicación de nuestra minería en el concierto mundial, un análisis que realicé para el año 2008 estableció que en el mercado mundial de minerales, la participación boliviana fue de apenas el 0,2%, que seguramente se mantuvo cerca los siguientes años, lo que muestra nuestro irrelevante papel.
ESCENARIOS FUTUROS
Bajo estas condiciones y puesto que los precios de los minerales parecen haber ya llegado a sus máximos (tal vez excepto el oro y en menor medida la plata, que son metales refugio de las crisis financieras), los futuros escenarios serían:
Con precios todavía atractivos, en el primer semestre de 2012 en relación con 2011, cayó la producción mensual promedio de cuatro minerales que entre 2008 y 2011 representaron el 89% de la exportación minera: plata, zinc, estaño y plomo, disminución que continuará con altibajos, porque los yacimientos estarán más agotados, ya que no se está reponiendo las reservas explotadas, especialmente en el sector cooperativo, que continuaría sus exigencias (y probablemente tomas de minas) por nuevas áreas de trabajo. Tampoco existe un solo nuevo proyecto importante que pueda entrar en operación ni siquiera a mediano plazo. La razón principal para este negativo panorama es la crónica falta de exploración, consecuencia de la falta de inversiones.
Si continúa la tendencia decreciente de los precios de minerales, se daría una crisis de magnitud. Paulatinamente se irían cerrando minas privadas. Las operaciones estatales probablemente continúen trabajando a pérdida por presiones sindicales. Muchos de los nuevos cooperativistas seguramente volverían a sus habituales oficios, pero miles de ellos como sucedió entre 2001 a 2004, exigirían que el Gobierno vuelva a subvencionar su producción y se agudizaría en extremo la falta de áreas de trabajo, porque a la inversa de los precios elevados, los bajos precios pueden transformar las reservas (minerales que pueden explotarse económicamente) en recursos. En este escenario se generarían grandes problemas sociales de muy difícil solución.
Los cooperativistas debido a su baja inversión en equipos e infraestructura y a no tener que pagar indemnizaciones ni otros beneficios sociales a los trabajadores que contratan, pueden interrumpir o reiniciar operaciones con facilidad, lo que no ocurre con la minería privada o estatal, porque su cierre implica el pago de indemnizaciones y su reinicio es también muy costoso y problemático. Durante los meses que bajaron los precios de minerales en 2009, más de la mitad de los cooperativistas del Cerro de Potosí paralizaron actividades y las reiniciaron en cuanto subieron, mientras que San Cristóbal perdió mensualmente unos 10 millones de dólares, felizmente por corto tiempo.
ALGUNAS MEDIDAS REQUERIDAS
La minería requiere políticas estructurales para captar con urgencia nuevas inversiones y para ello, en la nueva Ley de Minería es necesario dar seguridad jurídica, penalizar los ilegales avasallamientos, tener un sistema tributario competitivo, dar estabilidad tributaria y establecer los derechos y obligaciones de los pueblos originarios y comunidades en el proceso de otorgamiento de derechos mineros, demasiado entorpecido ahora.
Además de las medidas mencionadas, la nueva ley debería obligar a la minería privada y COMIBOL a reinvertir parte de sus utilidades en exploración, dar incentivos económicos a los nuevos inversionistas que realizan trabajos de exploración y establecer una nueva distribución de las regalías mineras, para la creación de fondos de compensación para las épocas de bajos precios y explotación antieconómica y de exploración para intensificar esta vital labor. Debido a los ingresos por el gas natural, las regalías mineras ya no pesan tanto como antes para las gobernaciones, que recibirían el impacto de los problemas sociales a generarse por falta de fuentes de trabajo.
Si no se logra captar cuanto antes inversiones para desarrollar nuevos yacimientos, la minería sufrirá una acelerada declinación, cuyas leves y cada vez menores levantadas dependerán del comportamiento cíclico de los precios de minerales. Una minería sostenible no depende de precios. Estamos en una carrera contra el tiempo.
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