La socialización de la boleta del Censo de Población y Vivienda sólo se la hizo con sectores afines al Gobierno (P7. 4/11/12:7). A escasos días del emprendimiento no hay empadronadores y por ello se recurre a funcionarios públicos (afines al MAS), ¿un error involuntario? Como fuere, el proyecto degenera su horizonte; excluye a los principales sujetos: los indígenas y los mestizos, lo que es incomprensible en un Estado plurinacional.
Estos “errores” permiten colegir algunas improvisaciones: una débil lectura del horizonte socioeconómico y político del país, que inmerso en una dimensión “indigenista” pretende precisamente excluir a los indígenas que, otrora, fueron engañados, como en el caso TIPNIS, para convertirlos en incondicionales y confesionales al MAS-IPSP, ¿no es una paradoja? Ahora con un confuso emprendimiento se los quiere “borrar”, lo que se colige de las palabras del vicepresidente García, que expresó vehemente que el mestizaje es una verdad de Perogrullo y por ello hay la necesidad de descolonizar para construir una hegemonía indígena, ¿a qué se refiere?, ¿a una recolonización?
El censo como un conjunto de operaciones o actividades destinadas a recoger, procesar, analizar y difundir datos estadísticos de una población en observación para lograr información que demuestre el total de “algo”, no considerará a muchos pueblos indígenas y mestizos. ¿Porque tiene un cálculo político y de clase?, parece que sí. Se colige que los datos acopiados sólo fortalecerán una “hegemonía quechua/aymara” en relación con la parafernalia oficialista: generar una nueva “burguesía” (emergente), ¿pero acaso la CPE no reconoce 36? Creo que García Linera se equivocó con respecto al objeto de Perogrullo. La perorata del caudillo, que reconoce un “socialismo” en un contexto neoliberal”, es otra perogrullada. En consecuencia, dista mucho de que el censo beneficie a la mayoría de los bolivianos.
Por eso y más el devaluado censo no vislumbra un horizonte (ideológico) histórico, convirtiendo el imaginario “socialista” en un referente mediador entelético entre los bolivianos. Mientras tanto el neoliberalismo sigue su curso y se fortalece, ¿por qué? Es que el censo se nutre de las bases ideológicas de la CPE, donde los quechua/aymaras sobresalen, mientras que las restantes 34 etnias, que todavía conservan su idioma materno, son sólo nominales, pues su peso específico es muy reducido, realidad que se la comprueba con los abusos a los indígenas del TIPNIS.
De hecho, en la boleta del censo, por ejemplo, no existen los pueblos chicheños, chapacos, churumatas, mayas-mayas, etc. En la CPE no se “quejan” de la herencia que dejó la invasión y conquista inca para otorgar preeminencia a los quechuas/aymaras y lograr, nuevamente, una aristocracia inca sobre todas las demás, ¿este es el fin del censo?
En resumen, el censo es principalmente urbano y por ello discriminador, ya que en la boleta no se reconoce la territorialidad ancestral. En el capítulo A (ubicación geográfica de la vivienda) no se visibiliza el ayllu, la marca, el suyu, sino confusamente se denota localidad, comunidad, centro poblacional, ciudad, etc. Muchas comunidades rurales no gozarán de la distribución de los recursos de la coparticipación tributaria, lo que se debe, entre otras causas, al centralismo municipal. En consecuencia, lo que se busca es la exclusión de varios pueblos indígenas y de los mestizos en un Estado supuestamente “plurinacional”.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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