“Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver”, canta el poeta. La juventud a la que hace referencia aquel bardo ha crecido en las últimas décadas, numéricamente, en el campo y la ciudad, y por consiguiente asumió un rol protagónico en la actividad política, económica y cultural, en un proceso democrático con avances y retrocesos.
Los jóvenes se han superado, recogiendo enseñanzas de las casas superiores de estudio, públicas y privadas, en una era de avanzada tecnología que acorta distancias y permite el inmediato intercambio de ideas, ideales e inquietudes, de negocios y temas de Estado.
Empero aún hay jóvenes postergados, que sobreviven a una tremenda adversidad, que se traduce en la falta de empleo o de oportunidades, hecho que trunca sus proyectos y lastima sus realidades. Realmente aquéllos viven desalentados porque no tienen un porvenir digno y prometedor. Además están expuestos a los peligros que representan, permanentemente, el alcohol, la droga y otros elementos, sin que las autoridades respectivas hayan podido poner atajo a esos males.
La frustración alimenta, peligrosamente, el espíritu de rebeldía de la juventud que, en cualquier momento, puede fracturar la paz y la tranquilidad, en desmedro de la unidad e integración nacional.
Requerimos, ahora más que nunca, jóvenes con formación académica, con mentalidad de servicio a la Patria y solidarios con sus semejantes, para avizorar un futuro con justicia social. Y que contribuyan, decididamente, al crecimiento económico del país y al bienestar social, como signo de equidad e igualdad. Se puede satisfacer todas estas inquietudes con la comprensión y tolerancia de gobernantes y gobernados.
Y de cara al Siglo XXI debemos priorizar los requerimientos de nuestra juventud, pensando, inclusive, en la entrega de ciertas facilidades a los estratos más necesitados, ya que las personas mayores, las mujeres en gestación y los niños cuentan con una asignación que les otorga el Estado. Esta actitud debemos asumirla tomando en cuenta, básicamente, que la juventud es el presente, con una fuerza masiva y admirable en los destinos nacionales. En consecuencia estamos conminados a impulsar este proyecto que arrojará resultados positivos.
En suma: los gobiernos de turno, de cualquier tendencia ideológica, están obligados a buscar la integración de todos los sectores sociales y, particularmente, de los jóvenes, obviando diferencias, discriminaciones y exclusiones, a fin de que ellos realicen sus sueños, por el bien común.
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