Si bien en el espectro político-partidista no se nota a muchos grupos organizados en partidos, los pocos que aún figuran, no obstante lo empequeñecidos que han quedado por su mismo marasmo demostrado en los últimos años, siguen rumbos torcidos en sus planteamientos e intenciones.
El partido de gobierno, MAS, tiene expectativas muy anticipadas en relación con las elecciones de 2014, con la intención de reelegir a su líder y actual Presidente de la República; en cambio, las fracciones partidistas que parece terciarían en el proceso eleccionario, aunque también con expectativas y hasta esperanzas, no coinciden en sus planteamientos porque cada una busca mantener su posición, seguramente porque la de otros grupos les parece menos conveniente.
La verdad es que los objetivos son claros: conseguir cambios profundos en las elecciones generales, si es posible con el cambio de régimen; de no ser posible eso, tratar de alcanzar la mayor cantidad de asientos parlamentarios (no “curules”) y tener expectativas para un futuro mediato.
Hay una verdad que se manifiesta diariamente y casi toda la colectividad cree en ella: los partidos, divididos y simples exponentes de intenciones, en la forma como están operando sólo benefician a la candidatura oficial. Y es que ellos mismos tendrán que comprobar que la división y la diversidad de propósitos los llevará al fracaso.
La anunciada postulación a la gobernación del Beni y que tendrá como escenario las elecciones de enero próximo, ha mostrado cómo los partidos llamados de oposición están divididos, ya que cada uno de los “jefes” de esos grupos declara a su modo y manera lo que quiere y todo concentrado en los principios del egocentrismo, del “yoyismo” y de la egolatría que siempre acarreó fracasos y decepciones a los grupos partidistas en el país.
En las diversas posiciones partidarias hay conciencia de todo lo que ocurre en el país desde hace casi siete años; saben, más que de sobra, cuán necesarios son cambios de conducta y cómo se debería encaminar las políticas económicas y sociales del país; sin embargo, por su obnubilación, ninguno de los grupos “opositores” muestra caminos para los cambios, aunque son conscientes de que los propugnadores de ellos desde el año 2006 no serán capaces de realizarlos porque, simplemente, ellos mismos no quieren ni están en condiciones de cambiar.
Hay que convenir en que, lamentablemente, nuestros políticos, incluidos los del régimen de gobierno, están muy inmersos en su propio protagonismo; no existe para ellos la palabra unidad y menos el viejo mensaje: “la unión hace la fuerza”. Pero la senda egocentrista los llevará a más división, defecto muy compartido por el MAS que, está visto, terminará hasta el año 2014 bastante dividido porque hay ambiciones que no han sido satisfechas y, además, porque cada uno de sus integrantes cree ser merecedor de la “torta gubernamental”, no obstante que deben tener conciencia de que ese pastel no llegará a complacer a los que ambicionan algo y hasta a los que ya tienen mucho pero quieren más.
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