Candida honradez que da envidia

Instituciones financieras internacionales han concluido que hay una relación directa entre las empresas multinacionales, la corrupción y el desarrollo económico en todos los Estados, cualquiera sea la tendencia política de los gobernantes. Que en Latinoamérica la corrupción no está en un sitio específico de la Administración Pública; que las estrategias anticorrupción tienen que ser multidireccionales y multisectoriales.

Se ha planteado que las estrategias anticorrupción deben basarse en: Fortalecer la responsabilidad política y la participación civil. Desarrollar mecanismos institucionales de control al poder y la gestión pública. Preguntan: ¿de qué sirve adoptar leyes contra la corrupción, si quienes roban al pueblo esconden sus fortunas impunemente en bancos internacionales? (Las fortunas de Castro y Chávez son secreto internacional). ¿De qué sirve imponer castigos severos a quienes reciben sobornos si los países sedes de las multinacionales no toman medidas para frenar a los sobornadores? Se confirmó que las tarifas internacionales para los sobornos son de 10 a 15% del valor objeto de cualquier contrato.

En Bolivia existen varias instituciones, comandadas por los ministerios de la Presidencia y de Gobierno, que funcionan al amparo de leyes y decretos orientados a la lucha contra la corrupción, contrabando, enriquecimiento ilícito, narcotráfico y otros delitos, imputados en muchos casos a los opositores.

Según los gobernantes todo funciona bien, razón por la cual en los últimos 7 años se gastó 11.820 millones de dólares en inversión pública, es decir en infraestructura, producción, actividades multisectoriales y en el campo social (prensa de 7-11-2012). Estas inversiones corresponden a varios contratos suscritos por instituciones del Estado con empresas nacionales e internacionales de distintos rubros, con o sin licitación, dependiendo de las prioridades de nuestros gobernantes. (Repase aritmética y aplique la tarifa internacional para sobornos). Se aclara que esos recursos nada tienen que ver con los bienes incautados al narcotráfico, los que alcanzan a 182 toneladas de cocaína, equivalentes a 910 mil millones de dólares (prensa nacional de 17-9-2012).

A estas “buenas noticias” se suma el incremento del patrimonio del Presidente, según declaración jurada ante la Contraloría General del Estado. Según esta revelación, el señor Morales, sin gastar un centavo de sus salarios durante los últimos 7 años, pudo ahorrar 950.000 bolivianos. A raíz de ello, el mandatario es considerado uno de los presidentes “más pobres de América”.

Por esos motivos, el aparato gubernamental brinda todo tipo de reverencias al Presidente, como continuos y confortables viajes en el avión presidencial; es nombrado doctor honoris causa en cualquier universidad que visita; ni qué decir del culto que le brindan cuando visita zonas del trópico cochabambino, preparan entrevistas con personajes del espectáculo, de dudosa reputación (hace poco uno de ellos fue nombrado embajador de las “causas nobles” de Bolivia). No podía faltar un colaborador cercano al Palacio, quien manifestó: gracias al Presidente, “somos la envidia de muchos países”.

Como corolario de lo expuesto, me viene a la memoria el estribillo de una canción que dice: “el que no afana es un gil”; los lectores y los gobernantes saben el significado de este bordón. También el pueblo se da cuenta del comportamiento de sus gobernantes en relación con el uso o abuso de las finanzas del Estado. Entonces, ¿qué envidia puede inspirar nuestro pueblo?

El autor es docente universitario.

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