A 15 minutos de la ciudad de Potosí hay un hermoso valle a 3.400 metros sobre el nivel del mar, en cuyas fértiles tierras se encuentra una hacienda colonial que data del Siglo XVI.
La hacienda tiene un vasto manantial que desde épocas inmemorables proporciona agua en abundancia, para el riego de las tierras de la hacienda, que en sus fértiles campos produce todo tipo de legumbres y hortalizas, manteniendo una planta de energía eléctrica. Allí hay lugares y terrazas hermosas para el paseo y descanso del visitante.
La casa colonial, que no ha sufrido cambio desde su origen, salvo algunas restauraciones, alberga cuatro patios coloniales, con fuentes de agua labradas en piedra, manteniendo a su alrededor la casa colonial de una planta, con excepción del tercer patio donde hay una construcción de dos plantas.
Caraya es el nombre de esta casa museo de los siglos XVI y XVII, en sus amplios salones coloniales está una pinacoteca con hermosos frescos y pinturas de los maestros de Potosí, donde resaltan las obras del maestro Melchor Pérez de Holguín, incluyendo muebles de la época con extraordinarios bargueños llenos de secreters. Existe otro salón, llamado la Sala de Armas, con petos y armaduras españolas, de los señores conquistadores, más espadas, alfanjes, pistolones, pistolas y arcabuces, en excelentes condiciones, propios de los tercios de Carlos V, igualmente con vitrinas y muebles coloniales.
Una espaciosa sala alberga a la famosa biblioteca de Caraya, cuyos manuscritos e incunables relatan toda la vida del Alto Perú, donde están extraños y raros libros, más documentos únicos sobre la historia de Bolivia.
Hay una sala lateral con hermosas vitrinas coloniales, donde están las vestimentas de Potosí de los años l560 a 1600; los faldones femeninos han sido confeccionados con hilos de plata pura, existiendo además zapatillas de dama de medio taco, fabricadas con filigrana de plata pura, entre otras vestimentas.
Hay un dormitorio totalmente colonial con un hermoso catre con incrustaciones, más su cubierta, e igualmente con sus muebles y sillas coloniales, aposento de la primera Marquesa de Caraya.
Los primeros propietarios, llamados los Marqueses de Caraya, fueron Manuel Palomo y Vigueras, siendo la última Marquesa Dominga Palomo. Sendos cuadros de los marqueses son exhibidos en la sala de ingreso de la casa de hacienda de Caraya y en los comedores de la misma, cuyos muebles de gran belleza son un premio para la vista del visitante.
Caraya siempre ha recibido importantes visitas; en 1573 estuvo allí el Virrey Francisco de Toledo, quedando mucho tiempo con el negocio del azogue, distribuyendo desde allí el valioso material a los mineros potosinos, que pagaban ya en monedas o en plata pura; en 1716 durante la visita del Virrey Arzobispo Diego Morcillo a Potosí, pidió éste visitar Caraya para refrescarse por el largo viaje, y aprovechar sus tranquilas aguas y estancias.
En marzo de 1825, el Mariscal Sucre en su avance hacia Potosí al mando del poderoso ejército unido, se alojó en Caraya, instalando su campamento en las afueras de la misma, esperando ver la situación del Gral. Pedro Antonio Olañeta, último baluarte realista. También estuvo por allí el presidente José Maria Linares, e igualmente el Gral. Narciso Campero, amigo y pariente de los Marqueses de Caraya.
En estos últimos años, Caraya ha recibido la visita de numerosos intelectuales e historiadores europeos, americanos y sudamericanos. Sus actuales propietarios son los señores Aitken Soux. El Director de la Casa-Museo es el historiador Arturo Leytón.
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