Del Gran Moxos al Beni

El Centro Cultural “Moxos” de residentes benianos en La Paz, desde su creación, ha puesto especial interés en respetar, mantener y difundir el extraordinario legado de nuestro pasado socio-histórico. Estamos plenamente conscientes de lo que somos y orgullosos de lo que nuestros ancestros nos legaron como herencia cultural.

El mapa beniano fue dibujado ya en el Siglo XVII por la impronta indeleble que dejaron, irradiada por un rosario de reducciones jesuíticas formadas sobre la base de las naciones originarias del Gran Moxos, con las que se constituyó una precursora y pujante espacialidad geográfica, industrial fabril, textil, agropecuaria y siderúrgica en plena selva amazónica, que dio esplendor y gloria al mundo misional católico indígena. Pero esa epopeya mojeña inexplicablemente no ha encontrado aún el sitial correspondiente en la historia oficial andino centrista.

Como retomando el empuje de esa época de grandeza, y a poco de instaurarse la República, se produjo un renovado y dinámico impulso de organización estatal que respondió a la idea estratégica ya visualizada en la época misional: la posibilidad de la apertura de Bolivia hacia la vía comercial Amazonas-Atlántico y la sustitución del puerto de Cobija en el Pacífico -a la sazón convertido en caleta de contrabandistas.

La fundación del departamento del Beni ocurrió en aquel momento cardinal, obedeciendo al gran proyecto de expansión nacional y reafirmación territorial concebido por el insigne estadista Mariscal José Ballivián. Es cuando entró el Oriente con sus naciones en la historia boliviana, con una renovada filiación identitaria, reasumiendo el papel de defensor de la heredad patria y con una enorme posibilidad económica, con la determinación de viabilizar la navegabilidad de sus caudalosos ríos y su proyección atlántica a través del río Madera.

Como testimonio de gratitud, los benianos rendimos un fervoroso homenaje al 170 aniversario de la creación del Beni por el preclaro Mariscal José Ballivián, que significó la organización jurídica, económica y política en un departamento independiente (por Decreto de 18 de noviembre de 1842, en conmemoración al primer aniversario de la Batalla de Ingavi), con sus provincias Moxos, Caupolicán y Yuracarés (268.824km2).

Así se cortó de hecho no solamente con la condición feudal que ensombreciera al mundo misional católico indígena, después de la expulsión de la Compañía de Jesús (1767), sino que fue considerada nuevamente la espacialidad selvática del Gran Moxos, como centro motor destinado a irradiar una vez más “el progreso y la modernidad en el país”.

El Beni nunca ha resignado esos derroteros de grandeza. No obstante que merced a sucesivos gobiernos, seguimos arrastrando el lastre del atraso, la dependencia y la indiferencia de los poderes públicos, frente al clamor de nuestros pueblos para constituirse definitivamente en gestores y protagonistas de nuestro desarrollo productivo e industrial. Seguimos abrazando ese firme anhelo y tenemos la plena convicción de ver pronto y de una vez por todas, hecho realidad lo que el destino, la historia, la geografía y la Patria han reservado para el Beni: un venturoso porvenir, que nada ni nadie puede escamotear.

Al celebrarse el día glorioso del 18 de noviembre, hacemos los más fervientes votos para que el altivo pueblo beniano, sangre y luz de la raza mojeña, con el digno trabajo creativo de sus propios habitantes alcance los más altos niveles de desarrollo y progreso en todos los órdenes de su variada actividad económica y socio cultural.

Formulamos votos para que frente a los desafíos que nos plantean el rigor y las exigencias de la época, nos encontremos plenamente integrados y despojados de todo interés mezquino y circunstancial, militantemente comprometidos con el anchuroso porvenir de proyecciones insospechadas con el que nos agracia nuestra prodigiosa y feraz tierra oriental, que será el fruto de nuestros propios y vehementes esfuerzos.