Al Madrid la noche se le puso insospechadamente en chino en el Etihad Stadium en el minuto 72, cuando el árbitro italiano Gianluca Rocchi se inventó un penalti de Arbeloa a Agüero, el lateral vio la segunda amarilla y el Kun engañó a Casillas. El 1-1, un espejismo para lo visto entonces en el partido, le dejó al Madrid 18 minutos de un panorama inmerecido y preocupante. Con uno menos y el City obligado a morir en el intento, el Madrid tuvo bastante con soportar el temporal y salvar un punto que le convierte, de manera matemática en equipo de octavos y segundo clasificado del grupo (el Dortmund es inalcanzable y el Ajax está eliminado).
El cuarto de hora final no borrará sensaciones que no dejará el marcador pero sí el recuerdo del partido. Al Madrid le perseguían ciertos fantasmas, especialmente alemanes. Los penaltis del Bayern y los dos partidos ante el Dortmund habían dejado cierto poso pesimista sobre la consistencia de su candidatura a la gran final de Wembley. Dudas que se desvelaron infundadas. En Manchester, en escenario grande y con liturgia, jugó un buen rato en su versión de campeonísimo. Y mereció que le cuelguen por toda Europa el cartel de temible.
Mourinho, ganador rotundo de su duelo con Mancini hasta que retrocedió algo en la segunda mitad, entendió mejor que su colega el partido. Como en el Bernabéu. Y respondió a los tres centrales de Mancini con la movilidad de Benzema y la posición algo más retrasada de Cristiano, armador de casi todos los contragolpes. Generoso y constructor. Se fue 0-1 el Madrid al descanso, pero además del gol de Benzema, un canto al desorden de la defensa de cinco del City (es imposible entender de qué se reía Mancini al ver entrar el balón del francés después de que el centro de Di María recorriese dos segundos su área), hubo una tormenta de oportunidades verdes.
Cristiano también estuvo a centímetros del gol, pero lo que más llenó del Madrid fue su empaque. Ramos estuvo gigante sobre Dzeko. Xabi y Khedira mezclaron bien en el medio. Y el City, obligado a cambiar de sistema en el minuto 26, fue un desastre. Con una distancia gigante entre líneas, Silva apenas apareció en un par de escaramuzas (en la segunda parte sí estaría sobresaliente). El más batallador fue Agüero. Pero el Madrid se marchó al descanso con una sensación agria. Como en la ida, ya debía haber resuelto el partido.
Al City le obligó el orgullo y hasta dio alguna patada de sobra (especialmente Zabaleta, que debió ser expulsado). Mancini, en un nuevo tirabuzón, se cargó a Kolarov y metió a Javi García. El City se paró de forma algo más racional en el campo y el Madrid, ahora sí, se sintió algo intimidado. Aun así, no se arrugó y peleó por el 0-2. No era él quien estaba obligado, pero lo buscó. Se acercó en otro jugadón de Cristiano que Khedira no remató y, si no lo hizo más, fue porque Rocchi lo impidió obviando las continuas obstrucciones de Kompany a Cristiano y un penalti de Javi García al portugués que también pasó por alto. Eso, hasta el penalti, la expulsión y el 1-1 que dejaron 18 minutos en el alero para capear el temporal conVarane y esperar un final con un premio inmerecido.
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